• 24/05/2009 02:00

El panameñismo y su encrucijada

El momento político actual pone sobre la ciudadanía y principalmente sobre los partidos políticos varios dilemas. En el Partido Panameñi...

El momento político actual pone sobre la ciudadanía y principalmente sobre los partidos políticos varios dilemas. En el Partido Panameñista he planteado dos en los últimos días, los casos de la ciudadanía perdida del alcalde electo de la capital y la designación de un militar para la Policía.

El panameñismo, que se orienta en sus principios, es nacionalista, civilista y de compromiso social. Sus postulados vienen del Movimiento de Acción Comunal, los cuales fueron esgrimidos por Arnulfo Arias en diciembre de 1939, como base doctrinaria de un proyecto político, lo que le valió que la incultura política de esos tiempos, que llega hasta los tiempos actuales con un simplismo falto de ilustración, hable de arnulfismo cuando debe ser panameñismo. Claro que a su mayor exponente hay que reconocerle sus méritos, pero no para que se cultive ni caudillismos ni personalismos.

Hoy, el partido está dirigido por una figura joven, que criticó la dirigencia anterior a las reformas del 2005 por centralista, llegando a llamarla autocrática y señalar supuestas corruptelas que han hecho que se levante un muro entre los de antes y los de ahora.

La dirigencia actual falla en buscar la unidad partidaria y falla en dar vida democrática interna, perdiendo autoridad moral, porque practica lo mismo que criticaba.

Caso neurálgico es la postración del partido en definir, una vez ganadas las elecciones, hacia dónde vamos, porque se ha dedicado —esa dirigencia— a aislarse y buscar cargos para sus allegados, dejando a una gran cantidad de cuadros formados en experticias administrativas y técnicas, en una incertidumbre. Prueba de la postración del partido es que su organismo de directriz política, la Comisión Política Nacional, que debe reunirse cada 15 días, en los últimos dos años, donde debió haberse reunido por lo menos 24 veces, no pasan de cinco las reuniones. Y antes y después de las elecciones, donde se han producido casos sonados, como la pérdida de la ciudadanía de Bosco Vallarino y la designación de una figura militarista para dirigir la Policía, lo que incumple el compromiso civilista, firmado por Varela. En ninguno de los dos casos la estructura de directriz política del partido se ha reunido, dejando que la acción violatoria del Estatuto, esgrimida por el presidente, se convierta en posición fraudulenta del partido.

Pueda que reunida la Comisión Política, por estar integrada por muchas figuras producto del clientelismo esgrimido por el presidente, avalen apoyar al ahora demandado alcalde electo, a pesar de haber dicho que orgullosamente era gringo, lo cual hace que no se aplique la tesis de la doctrina Suárez y, avalen también, que un militar con serios cuestionamientos sobre sus actuaciones en entidades élites del dictador Noriega, sea director de la Policía. No olvidemos que Martinelli y Varela se comprometieron a derogar los decretos ley que remilitarizan la Fuerza Pública, incumplimiento que es peor que los cuestionamientos que podamos hacerle al milico designado.

El panameñismo está en una encrucijada: o se institucionaliza respetando sus principios y Estatutos o sucumbe ante el tradicionalismo politiquero que anonada a Panamá, causa de prácticamente todas las deficiencias del sistema político, lo que genera las falencias en la búsqueda del bien común.

-El autor fue precandidato presidencial.jgamboarosemena@hotmail.com

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