• 08/06/2009 02:00

Memorias de la dictadura

Héctor Gallego decía desde el púlpito a sus feligreses campesinos que “Si desaparezco no me busquen, sigan luchando”; hoy, sin embargo, ...

Héctor Gallego decía desde el púlpito a sus feligreses campesinos que “Si desaparezco no me busquen, sigan luchando”; hoy, sin embargo, debemos recordarlo como una referencia necesaria de la forma como la “dictadura de los generales” —Torrijos, Flores, Paredes y Noriega— en conjunto con su séquito de subalternos militares y lacayos civiles reprimieron las luchas ciudadanas de una población que solo reclamaba justicia, libertad y democracia.

Nuestras voces no pueden callar y no podemos olvidar los crímenes de la dictadura militar que nos gobernó desde octubre de 1968 a diciembre de 1989, cuando imperó en el país un régimen de terror en donde la censura, la violación de los derechos humanos, la desaparición, muerte y exilio de opositores era el pan diario del accionar gubernamental de una pandilla de golpistas, solo interesada en mantener sus privilegios saqueando las arcas estatales. Las nuevas generaciones tienen el derecho a conocer la verdad de los abusos cometidos por esa casta militar privilegiada, pero, sobre todo, debemos mantener viva la memoria histórica de la lucha contra la dictadura y la de sus héroes que pagaron con sus vidas el mantener sus ideales y principios para construir una patria más democrática, plural, justa y libre.

Debemos rendirle un tributo permanente a los “mártires de la dictadura” aquellos como Heliodoro Portugal, Floyd Britton, Rita Wald, Dorita Moreno, y el centenar más de panameños muertos y desaparecidos, y empezar a llamar con sus nombres a calles, avenidas, parques, hospitales y escuelas para empezar como Nación a reparar las heridas que la dictadura sangrienta nos legó. De igual forma, le corresponde al PRD, el brazo político de la dictadura militar, empezar a pedir perdón como corresponde a la sociedad panameña y revisar su historia de colaboración en la violación de los derechos humanos en esa etapa oscura de nuestra vida republicana y eliminar de su emblema partidario el símbolo del dolor, torturas, muertes y desapariciones en que vivimos por 21 años.

-El autor es abogado.pedrositton@hotmail.com

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