• 06/07/2009 02:00

Honduras y la histórica lucha por la democracia

En 1950, se congregaron en el Salón Principal del Congreso de Cuba, destacadas figuras de la intelectualidad democrática del continente ...

En 1950, se congregaron en el Salón Principal del Congreso de Cuba, destacadas figuras de la intelectualidad democrática del continente americano invitadas a la Primera Conferencia Interamericana Pro Democracia y Libertad. Allí, entre otros, se dieron cita por Guatemala, Bauer Paiz, Galich y Toriello; por México, Cossio Villegas; por Perú, Luis Alberto Sánchez y Towsend Escurra; por Venezuela, Rómulo Betancourt, Andrés Eloy Blanco, Raúl Leoni, Picón Salas, Beltrán Prieto y Gonzalo Barrios; por Cuba, Raúl Roa, Francisco Aguirre, Mañach y Riaño; por Colombia, Arciniegas y Jaime Posada; por Costa Rica, Figueres Ferrer y Gonzalo Facio; por Chile, Salvador Allende y Eduardo Frei; por República Dominicana, Juan Bosch y por Panamá, Carlos Iván Zúñiga Guardia y César Quintero.

Desde los Estados Unidos patrocinaron este encuentro, entre otros, Eleanor Roosevelt y envío un mensaje de apoyo el demócrata Humbert Humphrey.

Uno de los objetivos propuestos por Betancourt, principal gestor de esta Conferencia, era la creación de un organismo permanente que promoviera en América la defensa de la democracia y de la libertad e igualmente se planteaba la necesidad de que en América se diera la generación del poder público por consentimiento del pueblo a través del sufragio universal.

La iniciativa de Betancourt, apoyada por los demócratas de América en la década del 50, de crear un “cordón sanitario” contra las dictaduras, se tradujo posteriormente en la llamada Doctrina Betancourt, doctrina ésta que se recogió en la Carta Democrática aprobada en Lima el 11 de septiembre de 2001.

La histórica lucha de los demócratas de América para frenar el avance del militarismo provocó la convocatoria de otra Conferencia para parlamentarios y personalidades latinoamericanas, que se celebró del 1° al 4 de julio de 1954, en Santiago de Chile. A dicha conferencia fue invitado mi padre por los diputados chilenos Fernando Pizarro y José Cueto, organizadores del cónclave, y con una viva expresión de solidaridad, al no poder asistir, envió el siguiente mensaje: “En el mundo de hoy, trágico mediodía del siglo XX, nada tan interesante y positivo como buscar la unidad de los hombres dignos. Yo me creo así por una sencilla razón, tengo vocación de libertad y creo en la democracia. La conferencia del 1° al 4 de julio ratificaba esa vocación. Así se explica mi profunda solidaridad con ustedes. Escribo esta carta después de la lección de Guatemala. Podría decir a ustedes que en mis labios hay un sabor de cenizas. Pero también podría decir que ese es el sabor que hay en los labios del hombre de América que cree y aprecia el legado de los próceres.

Es evidente que las conferencias como la celebrada en Santiago tiene aspectos buenos, efectivos. Pero creo que ya es hora de dar un segundo paso en la lucha por establecer una Internacional Democrática para oponerse a los designios de una internacional de espadas, viviente, que actúa, tenaz y constantemente en nuestros países. Ese segundo paso lo constituye la Primera Conferencia de Partidos Democráticos de América que, cuanto antes, debe ser convocada por los partidos democráticos de Chile, que, por su cultura política y honestidad, están llamados a ser los rectores de un movimiento espiritual como el que sugiero. Antes que Conferencias de Personalidades, tal vez como la de La Habana en 1950, debemos buscar la identidad de partidos, que, a la postre son los llamados a llevar a los pueblos los acuerdos de las convenciones.

Unamos los partidos. Ya las personalidades están unidas. Pero son los partidos los que dan expresión política vigorosa y los que crean conciencia perdurable.

En mi país, hoy como nunca, se requiere una solidaridad democrática internacional. Presenciamos la consolidación del militarismo en su primera etapa creando el miedo! Hoy nadie opina, la prensa sometida! Aquí surge la neurosis: no vivir la realidad para vivir deseos o temores. Y así está nuestro pueblo. Muy lejos de su realidad! Es decir, desconoce que en sus entrañas encuentra su propio remedio. Pero se siente tan solo para ver sus entrañas, teme tanto desangrarse solo.. El problema de la democracia americana de hoy es la soledad. Que venga la unidad democrática. Hagan ustedes el llamado. Todos responderemos. Compañero y hermano, Diputado Carlos Iván Zúñiga Guardia”.

Hoy, 55 años después del mensaje transcrito, ha quedado en evidencia que ahora no existe la soledad. Que ante las duras experiencias vividas bajo las terribles tiranías existe una gran solidaridad y unidad democrática latinoamericana demostrada frente al golpe de Estado en la República de Honduras.

Los demócratas de hoy, gracias a la consolidación de la Carta Democrática, producto de las luchas de las pasadas generaciones, liderizadas por Betancourt en La Habana en 1950 y en encuentros posteriores, como el de Chile de 1954, tienen ahora un instrumento jurídico para que las fuerzas de la barbarie militar no triunfen en sus irresponsables aventuras.

-El autor es especialista en Derecho Internacional.opinion@laestrella.com.pa

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