• 08/07/2009 02:00

George Priestley, un panameño como pocos

La enfermedad renal crónica terminal tiene muchas facetas en algunas ocasiones para quienes la padecemos, una de ellas es que nos permit...

La enfermedad renal crónica terminal tiene muchas facetas en algunas ocasiones para quienes la padecemos, una de ellas es que nos permite compartir con otras personas muy interesantes cuando menos lo pensamos.

Yo tuve la suerte de compartir todo un fin de semana en Isla Grande con una buena persona, como fue el amigo George Priestley , conversamos largamente sobre el tratamiento de hemodiálisis que él en unos días iniciaría, por su avanzada afectación real que padecía, tenía muchos deseos de luchar contra esa enfermedad, como los tengo yo.

Panameños como George es necesario recordarlos hoy más que nunca, cuando nuestro país adolece de la falta de referencias de valores humanos que permitan a nuestros niños y niñas, jóvenes y adultos ver a otros que, al igual que ellos, han pasado por toda una vida de lucha, pero nunca se rindieron y lograron alcanzar niveles de excelencia académica, desarrollo humano y de docencia por los valores culturales, de raza y ética de muchos otros seres humanos, especialmente en su país.

Al igual que muchos otros panameños, a pesar de haber vivido largos años en los Estados Unidos, nunca renunció a su ciudadanía y prefirió vivir en ese gran país bajo todas las condiciones que limitan ser un ciudadano extranjero.

George disfrutó su fin de semana de descanso en la isla colonense, jugó al Dominó con sus amigos Billy, Alberto, Domingo y David, comió muy sanamente como era su costumbre, caminó por toda la isla saludando a los lugareños que tenía muchos años sin ver, disfrutó de las claras aguas de una de las mejores playas de nuestro caribe panameño, pero lo más profundo que recuerdo fueron esas largas horas que conversamos sobre nuestra enfermedad y cómo debemos seguir luchando para enfrentarla con mucha valentía.

Debo seguir agradeciendo a la vida, por esas oportunidades únicas que me permite disfrutar, como fue ese fin de semana con George y su esposa, panameños, de un valor humano único, luchadores, preocupados por el futuro de nuestro país, principalmente de la juventud, que nos deja unas huellas únicas por donde muchos podemos seguir caminando, sin la menor duda de que son las guías por donde alcanzaremos mejores valores humanos en nuestras vidas.

Estoy seguro de que el tiempo, como siempre, sabrá reconocer los grandes aportes humanos, sociales y culturales que George Priestley dejó a nuestro país.

Yo, como amigo, doy gracias a Dios por haberme permitido compartir con él y su familia unos buenos momentos y pueden estar seguros de que seguiré esas huellas inolvidables que nos deja, para aquellos que creemos que aún tenemos tiempo para lograr un mejor Panamá más justo.. para todos.

-El autor es ingeniero.david_280559@hotmail.com

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