• 13/07/2009 02:00

Viernes Negros y otros piqueos históricos

——Mi coronel, el padre Fernando Guardia está en la puerta, anda con un gringo. —Cuando, rodeado de tropas norieguistas, hice pasar al cu...

——Mi coronel, el padre Fernando Guardia está en la puerta, anda con un gringo. —Cuando, rodeado de tropas norieguistas, hice pasar al cura jesuita Bill Davis, creí que yo estaba enterado a fondo de la crisis panameña. Caro error. ——Coronel, ¿qué ha hecho que usted ocasione esta revolución en Panamá que está en todos los diarios del mundo?—— ——Soy hijo de padres educadores y he disimulado mucho, hasta buscar detener tanto crimen y violación de derechos por este general corrupto.—— ——Coronel Díaz Herrera, a pesar de que usted es el político de los militares, realmente es ingenuo. Usted se está metiendo con el mismo presidente Reagan y su vicepresidente Bush, y vengo a dejarle información y un catálogo con ocho fotos de personas, una sola en verdad, que ya metieron en Panamá para asesinarlo.—

Le pasé el catálogo a Maigualida y al abrirlo aparecieron varios rostros, diferentes aparentemente, con pasaportes distintos, y supimos que aquél Sicario podía estar dentro de la casa, llena de gente, en aquél mismo momento. Entonces le pedí al cura Davis su bendición, bien en serio. Hizo una invocación, conversamos, me abrazó y se fue. Vino de Nueva York para traernos de fuentes secretas aquella noticia terrible. El resto parece historia conocida, pero aun ni el 0,1% la conoce. Noriega era un alfil del ajedrez diabólico que dirigían Reagan y Bush, mediante la CIA, la DEA, el Pentágono, que para derrocar a la fuerza a los Sandinistas, por ser marxistas, metían toneladas de drogas en USA, a enviciar más a los que ya eran adictos y hacer nuevos enfermos, con las altas coimas que tenían que pagar al coronel Oliver North los narcotraficantes, para comprar con esa plata hedionda armas para darle a los mercenarios que combatían a los de Managua. Noriega era un capataz principal desde Panamá y por eso era inderrocable, inmune, impune, no importa cuántos opositores degollara o violara ni cuantas manifestaciones civilistas hubiera. No se habría podido jamás con él, a no ser por aquella aventura idealista y loca que me atreví a iniciar.

El costo nuestro hizo que mi esposa quedara huérfana de padre y madre, Ramón Gamboa de un infarto por la presión insoportable, Lila Wendehake más tarde en Caracas, por una hemorragia digestiva aguda, por las secuelas del estrés. Noriega era del equipo de Reagan y Bush, así de simple y tenebroso. Y ni cien millones de aquellos pañuelos blancos, que surgieron luego de mis denuncias, podían derrocarlo. La bárbara invasión de diciembre del 89, fue un acto cobarde, hipócrita y cínico de George Bush.

La historia la documento en mi libro Estrellas Clandestinas , en un par de días de venta en Supermercados Riba Smith y en El Hombre de la Mancha. A ningún investigador periodístico de los que hay aquí, bien enterados se supone de la historia aquella que detoné ni siquiera a Guillermo Sánchez Borbón, le he oído ni un centímetro del fondo del drama y sus autores.

Tan despistados andan todavía hoy que cuando escucho la acusación de unos pocos contra el nombramiento del Dr. Algis Torres en San Miguelito, ignoran sus detractores que sin la vigilancia de ese médico, Noriega y alguno de sus matasanos me habrían envenenado en mi medio año de celda.

La historia es totalmente ignorada, está apenas por develarse.

*Abogado y ex embajador de Panamá en Perú.homiliadiaz@gmail.com

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