• 16/10/2009 02:00

El dilema del PRD

El desplome electoral del Partido Revolucionario Democrático, el más grande y organizado del país, confirma el creciente deterioro de la...

El desplome electoral del Partido Revolucionario Democrático, el más grande y organizado del país, confirma el creciente deterioro de las fuerzas políticas tradicionales del país y puso fin a la alternabilidad del poder entre los Torrijistas y los Arnulfistas.

La reacción que ha tenido la dirección del PRD frente a la derrota del 3 de mayo, no puede resultar más equivocada. Por una parte, se ha dedicado a buscar los problemas en su interior, desencadenando luchas de liderazgos que, hasta el momento ha producido la renuncia a medias de todo el CEN del PRD. No obstante, a pesar de la anunciada renuncia, ahora pretenden utilizar el aparato del partido para mantener el control político al margen del querer de las bases. Por otro lado, intentan una oposición al gobierno de Ricardo Martinelli con un discurso trasnochado y sin un verdadero contenido programático ni ideológico.

Es evidente que la Dirección del PRD no dispone de un análisis de lo que está pasando, y así es muy difícil que pueda revertir una tendencia electoral que amenaza con dejarlos fuera del poder por muchos años.

Esta pérdida de peso político del PRD no es una buena noticia para la democracia ni siquiera para los actuales dirigentes del gobierno. Entre otras razones porque el vacío que deja el PRD será ocupado por discursos y fuerzas populistas, contra los que los partidos democráticos, sea cual sea su ubicación ideológica, siempre han tenido serias dificultades para competir en el torneo electoral.

La débil dirigencia del PRD no se ha dado cuenta de la profundidad de la crisis por la que atraviesan y de los graves peligros que enfrenta este colectivo político. La semilla de la división y, peor aún, la posibilidad real de desaparecer ha comenzado a germinar.

Para entender el dilema en que se encuentra el PRD es necesario buscar el origen de esta crisis y poder así despejar las tendencias motrices que marcan la actual coyuntura por la que atraviesa.

Comencemos por decir que el PRD aceptó, sin mayor análisis, la teoría de la globalización liberal y bajo la administración del presidente Ernesto Pérez Balladares se implementó un programa económico eminentemente neoliberal que llevó a la privatización de las principales empresas creadas en el gobierno de Omar Torrijos. Además, se implementaron políticas que alejaron al partido de su relación con las clases medias y populares, así como del campo, que fue el bastión fundamental que impulsó la revolución de Omar Torrijos. Las consecuencias de estas acciones llevaron al PRD a un proceso lento, pero seguro, de abandono a sus ideales progresistas.

El resultado de esta política, que fue continuada por el gobierno de Martín Torrijos, movió al PRD del centroizquierda a la derecha y lo obligó a renunciar a sus principios programáticos y a entregar sin luchas las conquistas sociales que había logrado el Torrijismo y, como consecuencia, se fue aislando de su base social.

No hay dudas de que esta transmutación del PRD le alejó de sus principios y lo obligó a buscar nuevos aliados estratégicos. Es por ello que el partido dejó de ser instrumento de consulta y de transformación para convertirse en una mera maquinaria electorera.

Algunos dirigentes vislumbraron los problemas que estaban ocurriendo y es por ello que en el Congreso Programático del 2002 decidieron, en teoría, replantear su estrategia, pero sus dirigentes fundamentales continuaron en la práctica aferrados a sus nuevos aliados y estaban más interesados en el poder que en la política.

De allí la paradoja actual del PRD: son arrastrados por la crisis del neoliberalismo económico, mientras Ricardo Martinelli surge desde la derecha y no duda en aplicar las recetas tradicionales del llamado “Estado de Bienestar” para hacer frente al temporal que nos amenaza.

Dicho de otra manera, la nueva derecha panameña se muestra más pragmática que el PRD, el cual, después de haber perdido su identidad, sigue creyendo todavía plenamente en las virtudes del neoliberalismo. Martinelli le quitó las principales banderas sociales al PRD, que sigue aferrado a una visión estratégica que viene en retroceso.

Ahora resulta que Ricardo Martinelli y su equipo de gobierno están más preocupados por los problemas del pueblo y la dirección actual del PRD está defendiendo los intereses de los empresarios. ¡Eso sí es un cambio político digno de analizar!

Es evidente que el PRD no sabe cómo reaccionar frente a la compleja y rica coyuntura política nacional. Es más, está tan alejado el PRD de la realidad, que sus energías se concentran en escoger un CEN provisional sin saber para qué lo eligen. El argumento más serio es que este CEN provisional debe organizar un Congreso Extraordinario para escoger a otro CEN. El domingo 18 de octubre el PRD se juega su futuro. Necesita una nueva dirección y una nueva estrategia política.

*Ingeniero y analista político.blandonc@cwpanama.net

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