• 18/10/2009 02:00

La verdadera felicidad

“En este último día de mi vida quiero hacer una revelación: recibí en mi casa a dos soberanos, fui candidato a la Presidencia de mi país...

“En este último día de mi vida quiero hacer una revelación: recibí en mi casa a dos soberanos, fui candidato a la Presidencia de mi país, poseí un yate, un diario, dos líneas aéreas. Fui dueño de una de las más grandes empresas multinacionales. No me interesé en saber cuánto dinero poseía en los bancos que fundé. Todos me festejaban. Me sentía el dueño del mundo. Supe lo que era tener todo lo que se puede desear. Conocí a hombres y mujeres que eran amables mientras yo les resulté útil, pero te vuelven la espalda cuando ya no se tienen los medios para serlo. Mi mujer me abandonó y mis cuatro hijos recriminan mi fracaso. Fui el héroe de los clubes nocturnos y me creía el segundo después de Dios. Pero, mi dinero me abandonó. Mi único amigo es la amargura. Mi cabeza me da vueltas, mi corazón palpita con rapidez y veo toda la locura de mi vida. ¡Basta de tanta farsa!”. Nota escrita por Edmond White unos minutos antes de pegarse un tiro en la sien.

Este dramático suceso muestra que en lo profundo del corazón de un hombre está el deseo de ser feliz, y sentirse aceptado por los demás con sus defectos, fracasos y virtudes. Con esta carta de despedida, Edmond demostró que tuvo un concepto errado de lo que es la felicidad y la verdadera amistad. A sus 63 años su gran verdad fue que la felicidad no se encuentra en la riqueza, la fama, los honores o en el placer.

El panameño es muy dado a vivir de las apariencias y a no enfrentarse con responsabilidad a los problemas del diario vivir. Sean estos económicos, familiares o de otra índole. El “juegavivo”, la dependencia del alcohol y de las drogas, el sexo desenfrenado, el alto consumo material y otros extravíos constituyen formas de vida adquiridas para evadir los obstáculos y aliviarse del dolor y de las preocupaciones del momento. Convirtiéndose en presa fácil para la angustia, el desánimo y la depresión. Estos sentimientos fácilmente pueden conducir a una persona a convertirse en un resentido de la vida.

Igualmente, la anarquía y el poder se pagan muy caros, cuando se desea convertir a los hombres y mujeres de un país en seres infelices, cuando la expresión de ideas se reprime y se castiga.

La felicidad es el conjunto de valores que nos brinda la estabilidad necesaria, la seguridad esperada y la esperanza por un mundo mejor. No es feliz aquél a quien todo le sale siempre bien, sino aquél que, aunque las cosas le salgan mal, sabe superar las crisis con prudencia.

El hombre se humaniza cuando aprende a abstenerse de lo que puede hacer, pero no debe hacer. Lo sensato es dejarse conducir por la razón y no dejarse atrapar por el placer o el engaño.

La cuenta bancaria, la cartera de valores y otros lujos pueden ocupar un lugar en tu vida. Pero si le das prioridad a tales cosas, devalúas tu existir y acabas sintiéndote insatisfecho e incluso amargado. La modestia y la espiritualidad son dos valiosas cualidades que pueden hacerte feliz.

Con estos principios de seguro valorarás tu vida. Edmond prefirió el camino más fácil, el suicidio, que acabó con su existencia.

*Especialista de la conducta humana.gemiliani@cableonda.net

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