• 04/11/2009 01:00

Compasión y sensibilidad

La hermana Elena Soto de la Iglesia de Dios de los Estados Unidos, nos envió una reflexión sobre la compasión y sensibilidad que hoy hem...

La hermana Elena Soto de la Iglesia de Dios de los Estados Unidos, nos envió una reflexión sobre la compasión y sensibilidad que hoy hemos querido compartir con nuestros lectores.

Una noche, un niño fue conducido por un motorizado a la sala de urgencia de un hospital, luego de haber sido atropellado por un vehículo que se dio a la fuga.

Al solicitársele al motorizado que lo auxilió que efectuara el depósito necesario para atender al niño, éste informó que no poseía en ese momento efectivo ni cheque que pudiera dejar en garantía, pero si el hospital aceptase, efectuaría el depósito a primera hora de la mañana.

La enfermera, ante la imposibilidad de ordenar que el niño fuera atendido, fue a consultar el caso con uno de los directores del hospital que, justamente esa noche, estaba de guardia.

El doctor no dio la orden de atenderlo, hecho que condujo a la muerte de la criatura. Cuando un rato después, el mismo médico fue llamado para firmar el deceso del niño, descubre que la víctima era su hijo, quien pudo haberse salvado si hubiese sido atendido.

Cuando se pierde la sensibilidad en la vida, podemos perder mucho más que dinero, reputación y otras tantas cosas vanas. Podemos perder aún lo que más amamos.

Compasión y sensibilidad son dos elementos vitales para guardar con mucho celo, porque tarde o temprano podrían ser beneficiados los más cercanos y amados.

¿Qué hubiese sido de Moisés si la hija del Faraón no hubiera tenido compasión y sensibilidad cuando lo encontró flotando en las aguas del río Nilo?

Las sagradas escrituras revelan cómo el propio Rey Saúl llega a exclamar cuando le perdonan la vida: “ Benditos vosotros de Dios, que habéis tenido compasión de mí ”. El segundo mandamiento de la Ley de Dios reza: “ Ama a tu prójimo, como a ti mismo ”.

*Periodista.agraell@hotmail.com

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