• 02/12/2009 01:00

Sobre reingeniería penal

Debo confesar que en la actualidad vivo entre agónicos sobresaltos, por el montón de improvisadas leyes, apanadas en un completo ayuno d...

Debo confesar que en la actualidad vivo entre agónicos sobresaltos, por el montón de improvisadas leyes, apanadas en un completo ayuno de racionalidad.

Con embargada emoción, los promotores de buena fe disparan proyecciones fantasmagóricas en un insubstancial intento por atajar a la delincuencia, un asunto mucho más complicado de lo previsto para los entusiasmados políticos atojados por el clan de sabios a la saga.

La alarma subyace en el día a día callejero repuntado con las estadísticas, que los expertos criollos matizan con las comparaciones exteriores como un consuelo de tontos, basados en lo que ocurre en otras jurisdicciones. Es cierto que la ley penal contiene graves excesos sociales, pero no es la aspirina que se aplica para todos los males legales, como estos desbarajustes de enlistar penalmente la retención en el pago que descuentan de los asegurado de la Caja Del Seguro Social, un proceso que se puede suspender si el acusado se pone al día, de modo que el Ministerio Público tiene dentro de sus crecientes obligaciones el cobro de tales atrasos.

Otra descabellada eventualidad representan las transgresiones cuyas condenas se convierten en días—multas, suspensión de la pena o la trasferencia de penas de prisión en lo mismo, posterior a la misa procesal, que en algunos casos dura años con un manejo que es harto costoso. Nada puede ser más insensato que aumentar la pena en los homicidios dolosos de 20 a 30 años, primero y ahora hasta cincuenta. Si comparamos esto con la licenciatura en derecho nocturna que dura siete años, para extenderla a 15 años, habría que hacer cada año por ese mismo término por lo menos 10 aulas para poder acuartelar a los alumnos.

Así mismo debe ser con los alojamientos en las cárceles. Ahora estamos afanados en legislar sobre un nuevo Código Procesal Penal, preñado de garantías y desencantado por la falta de presupuesto para aplicarlo parcialmente primero en dos provincias y luego de dos años si todo sale bien, extenderlo al resto de la República, pero como no hay plata se ha postergado bajo la lluvia de un coro plañidero de procesalistas que se lamentan por la suspensión del aforado sueño, pero ¿qué de la reingeniería? Hay que volver a empezar con lo que tenemos y además con el mismo presupuesto. Con esto no se hace menos, pero por lo contrario, con menos se hace más. Esto es contribuir con los atrasados procesos, pero con mejores resultados cualitativos en vez de cuantitativos, al trabajar con inteligencia para rediseñar los procedimientos dentro de los procesos con el ánimo que los expedientes fluyan sin demora.

Una revisión fundamental de todo el recorrido procesal y un rediseños radical para detectar los obstáculos, tiene que dar un resultado efectivo, pero con el mismo presupuesto. Pensemos en el espacio territorial y la población sobre la cual se derrama el proceder con la ley sobre las trasgresiones penales, que ahora responde prácticamente a la división política y de manera vertical inversa, para repuntarlo de forma horizontal para de inmediato notar los resultados. A mi entender, todos los procesos penales se deben dilucidar a nivel de jueces de circuito en primera instancia con apelación. Tenemos que despenalizar esas conductas con expiaciones irrisorias y trasladarlas a la esfera administrativa. Hay mucho que contar, pero poco espacio, por lo que tendremos que continuar.

*Abogado y docente universitario.cherrera@cwpanama.net

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