• 21/12/2009 01:00

¿Por qué se da la invasión?

Cuando escucho a los izquierdistas y a los miembros del PRD acusar a otros sectores de la invasión, siento pena y risa por tal falsedad....

Cuando escucho a los izquierdistas y a los miembros del PRD acusar a otros sectores de la invasión, siento pena y risa por tal falsedad. El hecho más abominable para una nación libre ocurrió desde aquel 11 de octubre de 1968, cuando se irrumpió el orden constitucional. A ello súmele los más de cien panameños desaparecidos, torturados y asesinados y los que fueron desterrados de su terruño por ese mismo régimen.

A lo anterior le agregamos el irrespeto a los derechos humanos y a la utilización del territorio nacional para refugiar narcotraficantes colombianos, quienes contaban con el respaldo y protección de algunos miembros del ejército panameño. Adiciónele la burla de los militares con su partido títere, a la que fue sometido el pueblo en las elecciones de mayo de 1984, donde el claro ganador, Arnulfo Arias, fue despojado del triunfo.

También resalto el crimen más horrendo jamás conocido en la historia republicana; la detención, tortura y decapitación del Dr. Hugo Spadafora, en septiembre de 1985. Después de 1989 los autores confesaron lo que ya había anunciado el coronel Roberto Díaz Herrera aquel 6 de junio de 1987. Las causas de la invasión hay que buscarlas en la doble moral de los militares. Por un lado, Noriega se ufanaba de ser un gran nacionalista y defensor de la soberanía y por el otro se descubre que era un asalariado de la CIA.

Súmele, igualmente, el terrorismo imperante causado por un grupito de las mal llamadas fuerzas de defensa, que solo obedecían a su general. A esto le agregamos la tragicomedia de las elecciones de mayo de 1989, cuando los ganadores soberanos fueron atacados por una turba de maleantes dirigidos por los miembros del ejército. Noriega fue un monstruo creado, mantenido y amamantado por EE.UU. Al final se le estaba saliendo de las manos y para colmo comenzó a desafiar a su amo.

La noche del 19 de diciembre los impactos eran fuertes; las ventanas de mi residencia, ubicada en Ancón, áreas revertidas, se estremecían. Mi esposa fue la primera en despertarse y me alertó de la situación.

Horas antes una antigua amiga me hizo saber que el movimiento bélico se daría en los próximos días. Desde la capital norteamericana me dieron indicios de que algo similar pasaría. Gracias a mi condición de corresponsal de la Voz de los EUA , pude descifrar lo que me decían en clave. Lo que no tenía seguro era la fecha exacta, pero, cuando empezaron los ataques comprendí que había llegado el día.

Ante la desesperación de mi esposa, le indiqué que nada podíamos hacer; “ sigue durmiendo, mañana veremos ”, le dije. Ella se alteró y me expresó que por lo menos recogiéramos agua. Los estallidos eran más intensos; tomamos a los tres hijos y los metimos en un depósito que fueron cubiertos con almohadas. Tratábamos de evitar que ellos se despertaran. Mi familia estaba en el centro de varios combates. Por un lado teníamos cerca, el antiguo DENI; también el cuartel de Ancón, donde operaba el Tránsito; el cuartel de Amador, el cuartel Central, de El Chorrillo y los ataques que se daban desde el cerro Ancón.

Vivimos momentos de angustia, de desesperación; pusieron a nuestra pequeña nación a pasar por una de las vergüenzas más aberrantes. Fuimos invadidos y las causas de esos hechos tienen como epicentro a un ejército descontrolado y a un partido político que no supo erigirse como defensor de la democracia y respetuoso del orden y la Ley.

*Ex secretario de Prensa de la Presidencia.rehernandez19@gmail.com

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