• 10/11/2022 00:00

10 de Noviembre de 1821, entre valientes, conspiradores y heroínas

“[...] su historia no fue inventada, aparece en el acta de bautismo de esos niños, esta dama (Rufina Alfaro) no era aristócrata, ¿por qué tuvo tantos ahijados? Porque era una heroína que el mismo pueblo de Los Santos reconoció, al darle como ahijados a sus hijos [...]”

En primera instancia, cuando nos referimos a ciertos términos utilizados en el análisis de nuestro proceso histórico, muchas veces los utilizamos sea por seguir una “moda” o el deseo de aportar una opinión a los hechos históricos ya acaecidos, los cuales poseen su propia dinámica, y se desarrollaron de una forma específica, la cual no puede cambiarse, aun a pesar de nuestras intenciones.

Nos referiremos brevemente a los términos y luego pasaremos a las situaciones. Con respecto a considerar el acto del 3 de Noviembre de 1903 como independencia, debo decir que el término correcto es Separación, porque objetivamente y jurídicamente al redactarse el manuscrito en 1821, su título es “Acta de Independencia”. Segundo, porque el Istmo de Panamá se liberó a sí mismo y se “Unió” al proyecto del Libertador Simón Bolívar, que conllevaba la unión política, económica, administrativa y jurídica de la Gran Colombia, Venezuela, Colombia y Ecuador. La idea era simple, la Gran Colombia tendría costas en ambos océanos, productos, mercancías para comerciar con el Imperio británico y los Estados Unidos, Colombia, como zona de producción de alimentos y el Istmo de Panamá como puente para pasar productos y mercancías ida y vuelta a cualquier parte de mundo, era la misma idea de la Corona española, pero, en 1821, estaba conformada por una República Unida, a ese proyecto se “Unió” Panamá. Ergo, nos Separamos, la condición “sine qua non” para la Unión, era precisamente estar independiente, y jurídicamente, Panamá, lo era al momento de la Unión; fin de la discusión. Ese argumento no es lógico.

Pasamos al segundo tema. El Primer Grito de Independencia del 10 de Noviembre de 1821, es liderizado exclusivamente por el pueblo galante y valiente de La Villa de Los Santos. Ningún pueblo del interior y menos aun la ciudadela de Panamá, como consta en los escritos de Mariano Arosemena, en su obra “La Independencia del Istmo”, obra que está en formato pdf, expone que les pareció un exabrupto, un lamentable desacierto, la “proclamación” de la independencia por los aguerridos santeños, pero lo cierto es que todos los pueblos del interior tomaron distancia de los santeños, por temor a las represalias de los soldados españoles, que tenían fama de ser crueles y despiadados, eso es una realidad. El sitio de Cartagena, un año antes, lo demostró, y el intento fallido de tomarse Portobelo por patriotas suramericanos, y la forma cruel como fueron fusilados, también lo demostró.

Es decir, cuando el pueblo santeño tomó las armas sabía de antemano que la batalla era a “banderola roja”, es decir, sin prisioneros.

La gesta, mil veces heroica del pueblo santeño, no podrá jamás ser opacada por las falacias de los advenedizos actuales, que intentan quitarle méritos a esa gesta y tomarse atribuciones que no tomaron en el pasado y que no podrán jamás remediar. Y otra cosa, sin el movimiento de los patriotas nobles, orgullosos y legítimos de Los Santos, no se hubiese dado la Independencia el 28 de noviembre de 1821, y ello está expuesto en la obra de don Mariano Arosemena. La historia es amarga, pero ¡es nuestra historia!

Por último, en relación a los personajes que participaron en la gesta, se ha colocado en el limbo de la irrealidad, la mítica figura de la heroína istmeña más importante de todo el siglo XIX, doña Rudecinda Alfaro, mejor conocida como “Rufina” Alfaro. En la iglesia de San Atanasio de las Tablas aparece inscrita una Rudecinda Alfaro, la cual fue madrina de más de setenta niños y niñas después de 1821. Ahora, para los que nos criamos en barrios populares, debo recordarles que la admiración hacia uno de nuestros humildes era conservarlo como padrino o madrina, siempre ha sido así.

Por ello, en una época de marginación total de la mujer, de una sociedad patriarcal, de una opresión política asfixiante, resalta el papel de una humilde campesina que fue determinante. Su historia no fue inventada, aparece en el acta de bautismo de esos niños, esta dama no era aristócrata, ¿por qué tuvo tantos ahijados? Porque era una heroína que el mismo pueblo de Los Santos reconoció, al darle como ahijados a sus hijos, y esa es la prueba definitiva para los que buscan un santo y seña, una marca en los cielos o una crónica desconocida, ¡no va a suceder!, porque la realidad de Rufina Alfaro siempre ha estado frente a nosotros, una grandiosa mujer que aún, como dicen sus detractores que no existió, sigue presente en la mente y el corazón, ya no tan solo de la Heroica Villa de Los Santos, sino de todo el pueblo de Panamá, y que esa figura grandiosa fue recompensada con el reconocimiento y el cariño que solo el pueblo le da al pueblo, porque nosotros no le hemos dado nada a nuestra máxima heroína. Por ello: ¡Viva doña Rufina Alfaro!, es decir... ¡doña Rudecinda Alfaro!

¡Viva el pueblo galante de Los Santos, y viva la audacia santeña!

¡Salud, compatriotas!

Profesor de Filosofía y abogado.
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