• 22/01/2010 01:00

El salario mínimo importa a todos

Cada cierto tiempo, marcado por las normas que regulan su negociación, el gobierno y los actores del proceso productivo...

Cada cierto tiempo, marcado por las normas que regulan su negociación, el gobierno y los actores del proceso productivo, empresarios y trabajadores, se sientan a negociar el incremento del salario mínimo estimado como conveniente.

De las alegaciones de los patronos no me voy a ocupar ahora, partiendo del reconocimiento de que no es su intencionalidad el aumento salarial como concepto propio de clase.

Sin embargo, el discurso obrero suele centrarse en los alegatos acerca de la canasta básica alimentaria y la de servicios, mientras que el del gobierno se ubica en su pretendida sana intención de cerrar la brecha entre ricos y pobres. Todos los actores se olvidan de que el duelo entre clases se traba sobre un escenario y ese escenario es el tipo de país que se tiene y que se pretende conquistar.

El nuestro es un país subdesarrollado y las tareas que se tienen que cumplir sobre ese escenario son tareas nacionales y las sociales.

Creemos que los trabajadores dejan a un lado las oportunidades para encabezar al conjunto de las demandas sociales. Pasemos a explicar esto.

La característica esencial del subdesarrollo es la existencia de regiones internas de desarrollo material y cultural diferentes. No existe una Francia rica y otra pobre; Suiza rica y pobre; Alemania rica y pobre. Por ello la tarea central de todo Estado, en un país de la periferia, es borrar las diferencias del desarrollo interno. Esa misión es la única que legitima al Estado en un país como los nuestros.

La existencia de salarios diferentes para la misma profesión u oficio según las regiones, lo que produce es una magnificación de las diferencias regionales e incentiva las migraciones internas, fortaleciendo los asentamientos precarios y la marginalidad. ¿Cómo podría esperarse que un obrero calificado prefiera asentarse en un área regional más atrasada, si allá le han de pagar menos?; puesto en esas circunstancias el oficiante, del ramo que fuere, prefiere venir a la ciudad capital, porque en ella se paga más por su trabajo.

Pero el problema de la migración interna y sus consecuencias de marginalidad no es solo un problema moral y de solidaridad, sino uno de carácter estratégico para la clase obrera, porque esa población excedente opera como el ejército industrial de reserva, según la célebre definición de Carlos Marx, es decir, que su presencia mantiene los salarios a la baja.

La idea de este gobierno, de pagar salarios diferenciados en las actividades económicas más desarrolladas intensificará la diferenciación regional hacia la baja, porque las actividades mejor pagadas se encuentran orientadas hacia la zona de tránsito. Si se pretende justificar esto con el ejemplo de que la actividad turística se expande por todo el país, en áreas montañosas o islas alejadas, solo estaremos haciendo la excepción que confirma la reglar.

Por encima de la discusión de los montos del salario mínimo, que es una cuestión cuantitativa necesaria y justa, existe, pues, este otro tema que tiene que ver con la dimensión cualitativa de la política del Estado, que es la misión de borrar las diferencias que nos atascan en la categoría de país subdesarrollado.

Un solo salario mínimo y mejor aún si está incrementado adecuadamente.

*Médico especialista en Salud Pública.juancarlosmas@hotmail.com

Lo Nuevo
comments powered by Disqus