• 29/01/2010 01:00

Lo bueno, lo malo y lo feo del FIS

Callar ante la saturación de un ambiente cargado de tanta irresponsabilidad ciudadana, para mí era un pecado imperdonable. La Estrella d...

Callar ante la saturación de un ambiente cargado de tanta irresponsabilidad ciudadana, para mí era un pecado imperdonable. La Estrella de Panamá, La Prensa y los otros medios se han hecho eco del asfixiante panorama político que comprenden las oscuras movidas realizadas por los distintos estamentos que se pegaron de la “ubre ubérrima del Fondo de Emergencia Social, llámese hoy Fondo de Inversión Social”.

La principal portada es que detrás de ese mamotreto inteligentemente planificado se escondió la corrupción, la infección, podredumbre y demás elementos que hoy expiden pus, motivado por quienes usufructuaron los beneficios personales derivados de una institución llamada a palear los sensitivos problemas de las comunidades.

Por ello afirmo que existe una realidad política impúdica que ningún ciudadano que se considere panameño puede aceptar en estos tiempos que, supuestamente, habíamos superado. No estamos frente a los mandos de la dictadura, cuyas decisiones generaron toda clase de actos que intimidaban al ciudadano común. En consecuencia, no es cuestión de leyes para adecentar el país. Es cuestión de adoptar, ahora, una vertical decisión de adecentamiento general. Ese es el gran reto del Gobierno.

Ciertamente, el eslabón del FIS muerde la cadena de sucesos que tiene en el banquillo del Ministerio Público a hombres prestantes de la clase política y a otros que presumiblemente pueden estar en la mira. Son millones de dólares que se han esfumado, extraídos de las arcas del Estado disfrazados de proyectos o donaciones, con el único fin de perpetuarse en el poder y continuar anestesiando a los ingenuos. Le corresponde al Gobierno del cambio atisbar el comprometido futuro del país; asestar sin titubeo las medidas que le permitan al Panamá de hoy vislumbrar un futuro más seguro, atalaya de un mejor amanecer.

Rescatar los millones no es tarea fácil, pero tampoco imposible. Esa función es la fundamental a realizar por quienes tienen la responsabilidad de poner orden. En tanto niños mueren por lombrices; asediados por el hambre y la desnutrición; hospitales y centros de salud padeciendo por falta de insumos; en tanto se agrieta la canasta familiar y la energía promete elevar su costo y se profundiza el estado crítico de la red vial, entre el complejo mundo de las necesidades imperiosas, resulta gracioso utilizar el dinero del pueblo para asegurar un cargo de elección popular. Ocasionar una lesión patrimonial al Estado para promover campañas políticas es una violación al derecho de la gente y una inmoralidad sin nombre en el léxico.

Ganar con ventajismo desproporcionado una elección a costillas del Estado no representa ser un líder carismático ni mucho menos comprometido con los problemas del país. Toda esta maraña que en hora buena se está despejando y permite alumbrar el fondo del asunto, está indicando la necesidad de hacer reformas profundas a la Constitución y, en el mejor de los casos, la construcción de una nueva.

*Ex legislador de la República.Chente-3406@hotmail.com

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