• 08/04/2010 02:00

El transfugismo político

Hace pocos días leí en este periódico unas declaraciones que el presidente de la República, Ricardo Martinelli, hacía en alusión al tema...

Hace pocos días leí en este periódico unas declaraciones que el presidente de la República, Ricardo Martinelli, hacía en alusión al tema del transfuguismo político, argumentando la idea que la Asamblea Nacional de Diputados comenzaría a corto plazo la discusión de una ley en torno a este asunto.

No sería preocupante la cuestión si la regulación tuviese como idea de fondo sancionar a aquellas personas que hayan prometido en una campaña electoral, amparados y siendo representantes de una estructura ideológico política determinada, diversos proyectos, y una vez que asumen cambian absolutamente su postura para favorecer una mayoría de gobierno o una tendencia u interés contrario.

Pero la esencia del razonamiento planteado lo es permitir a las figuras electas por votación popular decidir a dónde quieren ir, para “que no estén amordazadas por un sistema”, que, según el presidente, les prohíbe moverse hacia un lugar u otro, defendiendo en cierto sentido que la libertad ciudadana de todo funcionario electo va más allá del poder o injerencia del partido al que pertenece.

El transfuguismo y su ejecutor, el tránsfuga, las definen como denominaciones atribuidas en la política a aquellos representantes que, traicionando a sus compañeros de lista y/o de grupo —manteniendo estos últimos su lealtad con la formación política que los presentó en las correspondientes elecciones—, o apartándose individualmente o en grupo del criterio fijado por los Órganos competentes de las formaciones políticas que los han presentado, pactan con otras fuerzas para cambiar o mantener la mayoría gobernante, o bien dificultan o hacen imposible a dicha mayoría el gobierno de la entidad.

El planteamiento, que busca legalizar la conducta inmoral, afecta directamente la esencia de la representatividad política propia de la pertenencia a una estructura ideológico partidista, perjudicando a fin de cuentas la importancia fundamental de los partidos políticos en un sistema democrático, pues ignorar, una vez se gane la contienda electoral, la forma y fondo de la estructura política que avalo la candidatura, seria debilitar y flexibilizar las reglas y principios sobre los que se asienta la democracia representativa directa, lo que consideramos en iguales condiciones para aquellos que se eligen por libre postulación y asumen posteriormente, de manera unilateral, posturas que no formaron parte de su proyecto en la campaña que los llevo a la victoria. Estos es, muy particularmente, un fraude electoral hacia los votantes.

*Abogado guerraluiscarlos@hotmail.com

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