• 26/04/2010 02:00

Garzón: desde el banquillo

Observar la situación de Garzón en España frente a la vorágine que es la espera en el proceso judicial incoado por el Tribunal Supremo, ...

Observar la situación de Garzón en España frente a la vorágine que es la espera en el proceso judicial incoado por el Tribunal Supremo, en la causa que por prevaricato se le sigue en razón de la apertura de un proceso para investigar los desmanes y asesinatos cometidos durante el periodo del “Generalísimo”, evidencia la fragilidad de un sistema judicial que se niega a mirar al pasado y hurgar en el estercolero del periodo Franquista durante el cual a muchos opositores les fueron conculcadas sus garantías, teniendo que parar algunos con su integridad en la cárcel y otros, a la fecha, se encuentran desaparecidos.

Debo advertir que el estilo y personalidad de Garzón no crea admiración y respeto por las personas que le rodea, en la particular no soy partidario de jueces con superregos que piensa que la judicatura les debe un favor al formar parte de ella, ya que esto dista mucho de la radiografía del juez objetivo, independiente y que está alejado de las mieles de la lisonja.

Creo que Garzón ha sido presa de su propia personalidad lo que le ha generado superrenemigos en estados superiores de la judicatura en España, los que han visto una oportunidad de oro para dar termino a la carrera judicial del juez.

Recuerdo la obra del ex magistrado Javier Gómez de Liaño y Botella, quien, al igual que ahora Garzón, fue investigado, juzgado y separado definitivamente de la judicatura por una causa de prevaricato, y quien al referirse a la personalidad de Baltasar Garzón señaló que este “cuanto no tenga a quien detener se detendrá a sí mismo”.

Resulta risible que un juez español, amparado en la llamada Jurisdicción Universal (hoy moderada por el Congreso Español), pusiera en jaque a Augusto Pinochet, tratando de someterlo a juicio e inhabilitara al brazo político de ETA, ahora cuando miles de españoles piden se sepa la verdad sobre el periodo Franquista, se imponga cotos a esta investigación amparado en una ley de punto final o de amnistía general.

Respetados lectores, este tipo de leyes especiales son contrarias al claro sentido de normas protectoras de derechos humanos, al punto que muchas de ellas han sido derogadas por los Tribunales Constitucionales (Argentina, Chile, entre otros) pudiendo, después de muchos años, iniciar causas contra ex gobernantes, y sus secuaces, por crímenes y abusos cometidos durante sus periodos de facto, al punto, y tal como ha sido el criterio claro de nuestros tribunales penales, las acciones por estos delitos son consideradas imprescriptibles.

Veremos con el tiempo si España evidencia que ha superado con creces el periodo Franquista y es capaz de someterlo al audito de la historia y de los tribunales a quienes les corresponderá decidir sobre estas actuaciones y desmanes.

Con respecto a Garzón solo queda parafrasear la frase final del alegato de defensa de Fidel Castro en el juicio por la toma del Cuartel Moncada: “La Historia lo absolverá” y agrego yo “porque el Tribunal Supremo de España no”.

*El autor es abogado idominguez@toyotarp.com

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