• 06/08/2010 02:00

Causas de las reformas laborales

P ara la lógica de lo que Juan Pablo II llamó el capitalismo salvaje, el mejor trabajador es aquel que no protesta ni se queja de sus co...

P ara la lógica de lo que Juan Pablo II llamó el capitalismo salvaje, el mejor trabajador es aquel que no protesta ni se queja de sus condiciones de trabajo; no pide aumento salarial; pide trabajar más (horas extras) y deja su rabia y sus frustraciones en casa. No falta al trabajo ni estando enfermo; etc.; solo está para obedecer y servir, porque ‘hay que garantizar la fuente de empleo’.

Ernesto Sábato lo describe como la enfermedad de explotación y miseria espiritual, donde se aborrece la libertad por temor a ejercerla. Una sociedad donde el miedo a perder el empleo es la garantía del ‘buen comportamiento’ de los trabajadores; porque el empleo asegura el salario para comprar comida cara; celulares y consumir todo lo que nos ordenen los medios de comunicación, de acuerdo al último grito de la moda del consumismo extremo.

Bajo este concepto de ‘buen trabajador’, los sindicatos son un estorbo. Pretenden defender a los trabajadores creando problemas a los empleadores; les hacen gastar dineros no presupuestados y asumir costos sociales que perjudican el desarrollo de la empresa. Los trabajadores y las empresas debieran funcionar sin la existencia de los molestos sindicatos, según la ideología del capitalismo salvaje.

Por eso, la confesión pública hecha por algunas autoridades acerca de que las reformas laborales van dirigidas a sacudirse de la actual dirigencia sindical, se basa precisamente en pensar que no es bueno que los dirigentes acumulen experiencias y conocimientos suficientes para la mejor defensa de los derechos de los trabajadores; además no es bueno que ni los dirigentes ni ningún trabajador posea buenos autos, se reúnan en hoteles de buena calidad, donde coman algunas exquisiteces porque todas esas bondades no se hicieron para los trabajadores. No es bueno que los sindicatos sean dirigidos por personas académicamente capacitados; no es bueno que existan sindicatos en el Estado; lo único bueno es que existan ‘buenos trabajadores’ educados para servir y no para soñar con la justicia social.

Un amigo me dijo que lo que se quiere es que la dirigencia sindical se renueve y no se mantengan los mismos dirigentes por mucho tiempo, a pesar de que en las iglesias, los partidos políticos y otros, la dirigencia se repite por decenas de años y a nadie le molesta.

Le respondí que me parecía bien, si se garantizaba que una vez salidos de los cargos, lo dirigentes no serían despedidos de sus trabajos; por ejemplo, ampliando el fuero sindical post-dirigencia, a cuatro o cinco años. Se sonrió y no me respondió, porque sabe que los dirigentes ingresan a una lista negra de la cual no salen jamás, por el delito de ser sindicalistas, solidarios y defensores de sus compañeros de trabajo. Por haber evitado que existan ‘buenos trabajadores’ al servicio de los adoradores del lucro y del poder.

*ABOGADO.

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