• 07/08/2010 02:00

Desaparecidos y otras torturas

Han pasado más de 40 años y es insólito que aún persista el código del silencio de la dictadura y la incapacidad judicial para que no se...

Han pasado más de 40 años y es insólito que aún persista el código del silencio de la dictadura y la incapacidad judicial para que no se haya logrado justicia. En una sociedad civilizada esto es un retroceso a las épocas de los bárbaros. Decapitaciones, asesinatos, torturas, exilios, y que conociendo a los responsables se mantenga la impunidad, trae como consecuencia que continúe la violencia, la corrupción y la falta de valores humanos.

Un borrón no es posible sin Justicia e indemnización a las víctimas. El trauma de los familiares, las trágicas consecuencia económicas, los sacrificios, el dolor, el tiempo perdido son invaluables. No es factible ni lógico intentar hacer un cambio con más de los mismos. Las manzanas podridas contaminan a otras con sus mismas lacras y sabotajes. Los hechos, está evidenciado que no saben hacer otra cosa. Corrupción, autoritarismo y violencia como métodos de gobierno, siguiendo el típico libreto torrijista. Calcan la fórmula aprendida e inclusive contaminado a los civilistas que fueron sus víctimas.

En una noche cualquiera, sigilosamente o en medio de una marcha de protesta, con salvaje rudeza, soldados entrenados y con sus cerebros deformados atacan a un ciudadano civil, desarmado, violan su domicilio, amenazan a sus familiares, mujeres y niños. Sin autorización legal allanan, registran, se llevan y roban cuanto documento encuentran, libros y valores, se les ocurre que pueda ser peligrosos para sus mentes enfermas, o sencillamente les guste. Allí comienza la odisea. Los interrogatorios en manos de enceguecidos, aguerridos y esquizofrénicos especialistas en intimidar y hacer sufrir al ‘rebelde’. El ritual ha sido el mismo en toda América. Al final aprendieron en el mismo libreto de Fort Gullick.

Su objetivo: Sacar una confesión, obligar a aceptar un hecho, delatar a algún compañero, a reconocer un delito. Aplican barata metodologías psicológicas, con sus variantes empíricas de macabras intenciones. Primero inspirando confianza, seduciendo con una fingida amistad, prometiendo cosas imposibles, cargos públicos, dinero, diversiones. En un ambiente de símbolos conciliadores. Pero rápidamente pierden la paciencia y van a los gritos, los insultos, las ofensas, las acusaciones, las versiones inventadas. Las falsas delaciones de compañeros que implican participación y complicidad en delitos o hechos reales o de fantasía, tal vez con algún viso de verdad por datos aislados proporcionados por algún ‘sapo’ o algún espía sutilmente infiltrado entre las filas de los luchadores contra la dictadura (a algunos de esos vendidos les dieron hasta embajadas por sus serviles servicios).

En adelante viene lo dantesco, las torturas, dependiendo del tipo de deterioro mental y el nivel de aprendizaje obtenido en la ex Escuela de las Américas, cuna de desquiciados secuaces de Torrijos, Pinochet y otros maleantes de USA. La iniciación era con empujones, golpes, desfile ante cobardes y rudos aporreadores, baños de agua fría, trotar hasta le extinción, no dejar dormir por interrupciones periódicas, obligar a ingerir alimañas o desechos humanos, encerramiento en lugares estrechos (la macarena de la antigua Cárcel Modelo), aislamiento total, restricción de alimentos, quemaduras de cigarrillos, violaciones sexuales a hombres y mujeres, y muchas otras diabólicas creaciones de la morbosidad y deformación del fascismo pseudomilitar.

Técnicas sofisticadas aberrantes, equipos infernales proporcionados como valioso apoyo militar. Instrumentos de aplicación eléctrica para torturar sobre los testículos, pezones y vagina. Las secuelas de estas maniobras, aparte del profundo daño psicológico, son cicatrices escleróticas acartonadas que imposibilitan las funciones normales. Las cicatrices físicas y del alma quedan marcadas para toda la vida.

Pudiera pensar el lector que todas estas descripciones son efecto del reconcomio (rencor con odio) o de una fantasía novelesca o de un deseo de venganza. Lamentablemente para los pueblos y la especie humana todo esto fue vivido, algunas personalmente, otras observadas o narradas directamente, en una persecución en el exilio por varios países, conociendo la DISIP, la DINA, la G2. Otros no lo narraron, porque fueron arrojados al mar o enterrados clandestinamente o perdieron la cabeza. Es obligación de los sobrevivientes a esta mancha histórica continental clamar y exigir justicia e indemnización a todas las víctimas. A los familiares, al tiempo, a todo lo perdido. Para que la juventud aprenda de esta inhumana experiencia, y que otra dictadura de ningún tipo no se repita nunca jamás; y poder así iniciar el camino de la unidad para un Panamá Mejor.

*MÉDICO Y EX MINISTRO DE ESTADO.

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