• 19/08/2010 02:00

A 125 años del ahorcamiento de Pedro Prestán

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‘squo; En lo que hay de polémico en el caso de Pedro Prestán está la determinación de si fue o no el bandido o malhechor y el incendiario de la ciudad de Colón que en el veían sus enemigos políticos y personales. La Historia Universal está llena de ejemplos: ‘bandidos’ y ‘malhechores’ fueron siempre, para los dictadores, tiranos y prepotentes, los hombres que se rebelaron contra la injusticia y lucharon a brazo partido por sus principios, sobre todo si se levantaron en armas y la suerte les fue adversa. Y los que afirman que Prestán quemó la ciudad de Colón, apuntalan su aserto en el veredicto rendido por sus verdugos, sin entrar a analizar el proceso’, Max Salabarría Patiño; Colón en los Predios de la Historia.

De ideología política liberal, Prestán perteneció al grupo radical que se opuso a la segunda administración de Rafael Núñez, cuya maquinaciones políticas dieron al traste con la Constitución de Río Negro y convirtieron al Istmo de Panamá, de Estado soberano en un Departamento más de Colombia. Pedro Prestán encabeza en la ciudad de Colón el movimiento revolucionario contra el régimen Nuñista, y fue de hecho, jefe civil y militar de la plaza en el rango de general, desde el 17 hasta el 31 de marzo de 1885.

Durante este período Prestán hizo arrestar al cónsul de EE.UU en Colón, a dos oficiales del buque de guerra estadounidense Galena y a dos empleados de la Pacific Mail S.S. Co., la agencia del barco que había traído rifles y municiones destinados a los revolucionarios, y cuya entrega no se realizó: Prestán le advirtió al comandante de los buques de guerra estadounidenses surtos en el puerto, que cualquier intento de agresión por parte de ellos haría peligrar las vidas de los rehenes y de los estadounidenses residentes en la ciudad.

Puso en libertad a los rehenes al recibir del cónsul de EE.UU. seguridad de que las armas serían entregadas. La promesa quedó incumplida. Volvió entonces a arrestar a uno de los empleados de la Pacific Mail, y este se dio a la fuga, aprovechando el parpadeo de sus guardianes durante el desarrollo del combate que sostuvo el 30 de marzo en Monkey Hill (Hoy Monte Esperanza), entre las tropas gobiernistas que llegaron a Colón y las fuerzas revolucionarias.

El 31 de marzo de 1885, al replegarse las fuerzas revolucionarias, la batalla cambio de escenario, de Monkey Hill al centro de la ciudad. Como a las dos de la tarde, la ciudad empezó a arder. Con un puñado de hombres Prestán buscó refugio en Isla Margarita, al otro lado de la bahía y frente a la ciudad, allí pasó la noche del 31 de marzo. Después se dirigió a Portobelo, y de allí siguió rumbo a Cartagena, con el propósito de unirse las fuerzas rebeldes comandadas por el general Gaitán Obeso y ‘ayudarlo en la noble tarea de librar al país de una dictadura afrentosa... y poner coto a las bastardas pretensiones de los altaneros Yanquis, quienes pretendían apoderarse del Istmo’, según él mismo señaló.

En Colombia, cuando intentaba llegar a La Guajira y adentrarse en Venezuela, lo tomaron preso unos voluntarios conservadores, y fue regresado a Colón a donde llegó encadenado el 11 de agosto de 1885.

Tres meses antes, el 6 de marzo de 1885, mediante un Consejo de Guerra sumarísimo, el gobierno nuñista había ahorcado en Colón a dos compañeros de Prestán: El haitiano Antonio Patroouzeille y al jamaiquino George Davis, alías ‘Cocobolo’, ambos pertenecientes a la denominada ‘Legión Extranjera’ (Llamada así por estar compuesta por extranjeros residentes en la ciudad de Colón). Se les acusó de ‘cómplices de Prestán en el incendio de Colón’, y se les encontró culpables. Ambos habían sido detenidos por los Marines norteamericanos, los cuales estaban en tierra, antes que se produjera el incendio de la ciudad. La condena y posterior ahorcamiento de ambos compañeros de Prestán eran el mejor presagio de que sobre él mismo pesaba toda la condena de sus acusadores antes de ser juzgado.

Prestán proclamó su inocencia en todo momento, con serenidad y firmeza: En las cartas a su esposa y a su amigo Bergman.

El martes 18 de agosto de 1885, a las doce del día ahorcaron a Prestán. Antes de morir perdonó públicamente a sus enemigos y sublime fue su gesto de dignidad cuando, al pedirle el verdugo que se colocara él mismo el nudo alrededor del cuello, le dijo mirándolo fijamente a los ojos. ‘No. Yo no sé ahorcarme’.

‘Yo perdono a mis jueces de la tierra para que el Juez Supremo me reciba como Mártir’, destacó Prestán, quien con el tiempo ha sido reivindicado por la comunidad colonense y la nacional, con motivo de la celebración del Centenario de su injusto ahorcamiento, en el año de 1985, por resolución No. 101-30-48 de 24 de septiembre, el Consejo Municipal de Colón reconoció la inocencia de Pedro Prestán de los cargos de incendiarismo por los cuales se le condenó cruel e injustamente y lo declaró Hijo Meritorio de Colón.

*PERIODISTA COLONENSE.

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