• 26/08/2010 02:00

Una carta a mi hijo

Recuerdo cuando uno de nuestros hijos llegó a la edad aquella donde ellos creen que tienen el mundo en sus manos, caracterizado sobre to...

Recuerdo cuando uno de nuestros hijos llegó a la edad aquella donde ellos creen que tienen el mundo en sus manos, caracterizado sobre todo por los primeros signos de rebeldía, y matizado por momentos de risas y depresiones frecuentes. Consideré oportuno mantener una conversación sincera y abierta con él, al ver que su comportamiento entraba en una etapa crucial.

La manera de llegarle al muchacho, y evitar que se pusiera a la defensiva, fue escribirle unas líneas que puedo resumir de esta manera:

‘Hijo, te he visto un poco rebelde y taciturno, y quisiera dialogar contigo.

Tus gestos de rebeldía no me desagradan, pero sí quiero que entiendas que mientras vivas en esta casa, con nosotros, hay ciertas reglas que tienes que cumplir. Ese es nuestro estilo de vida y solo cuando tú tengas tu propia casa impondrás tus propias reglas. Por ahora respeta las nuestras; recuerda que esta casa es tu hogar y en ella no se vive una democracia tal como te gustaría que fuera. Esto se debe a que ni yo hice una campaña para ser tu padre ni tú votaste por mí.

Lo importante es que recuerdes siempre que somos padre e hijo y yo he aceptado este privilegio con orgullo y responsabilidad. Esta decisión que tomé en mi vida me da la autoridad suficiente para que me respetes como tu padre. Es más, aspiro a que me quieras y respetes como un amigo, no como tu compañero, dado que nuestras edades son diferentes. En todo momento ten claro que soy y seré siempre tu papá, no busco que me aceptes como ese compañero pío pío o un ‘paciero’.

En todo momento y circunstancia, recuerda siempre que tienes en mí a un amigo, aunque te tergiversen nuestra relación, alegando que estamos en diferentes niveles.

Por todo lo anterior, te pido que hagas en esta casa lo que yo diga o piense, sin cuestionamientos.

Todo esto te lo digo porque te amo; sé que será difícil que lo comprendas, pero me entenderás cuando ya tengas tus propios hijos.

Finalmente, sé que me sacarás a relucir tus derechos, los cuales yo debo respetar; estás en lo correcto. Pero quiero también que sepas que estos derechos los debes respetar y ganarlos con responsabilidad. Y por último, no busques escudarte en ellos, pretendiendo hacer lo que te venga en gana.

Te pido que creas en mí, que tengas confianza en tu papá, que yo te amo por encima de todo y tú deberás ser tenaz, prepararte para la vida y verás cómo lograrás el amor y respeto de tus propios hijos.

Te quiero mucho, tu papá’.

*MÉDICO-ROTARIO.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus