• 01/09/2010 02:00

Pretenden exprimirnos el bolsillo

El saludable estado de nuestra economía trajo consigo un crecimiento indiscriminado de algunos centros poblacionales, especialmente en l...

El saludable estado de nuestra economía trajo consigo un crecimiento indiscriminado de algunos centros poblacionales, especialmente en las capitales provinciales, producto del movimiento migratorio de extranjeros o nacionales que buscan mejores oportunidades de vida y empleo.

Es notable el desmejoramiento en los niveles de calidad de vida de los nacionales, fundamentalmente en la urbe capitalina, quienes a diario se enfrentan al constante incremento de los precios en los alimentos, incluyendo los de primera necesidad.

Aunada a esta situación la fluctuación en los precios del combustible, con un incremento constante, en proporción a las disminuciones, presuntamente por costos en el mercado internacional, así como la especulación de los agentes económicos del mercado interno de los hidrocarburos, para maximizar sus ganancias, contribuyen a encarecer los bienes, alimentos y servicios públicos (energía eléctrica y telefonía), en detrimento del bolsillo del consumidor, frente a la mirada indiferente de las autoridades.

A ello sumamos los elevados índices de violencia y delincuencia a que se ve expuesta diariamente la ciudadanía, el acrecentamiento de la contaminación ambiental, por exceso de gases vehiculares, ruido y las grandes cantidades de basura, pero los políticos continúan disputándose el botín y buscando nuevas estrategias para mantenerse en el poder o llegar nuevamente en el 2014.

Como si fuera poco, para estimular el estrés, se añade el congestionamiento vehicular, donde el crecimiento del parque automovilístico sobrepasa la capacidad de nuestras vías de circulación, incluyendo los corredores, lo cual trae consigo la pérdida de tiempo, mayor consumo de combustible, ansiedad y desespero. Ahora, la manifiesta e inescrupulosa pretensión del director de la Autoridad del Tránsito (ATTT) de aumentar con valores excesivos el costo de las multas a los conductores, cuando su deber es prevenir; así como desarrollar programas de educación vial e incrementar la cantidad de agentes para poner orden, orientar y evitar accidentes; salvo que pretendan exprimirnos el bolsillo.

Esta realidad se complica con la enorme cantidad de los llamados ‘semáforos inteligentes’, que pululan por doquier, incluso en lugares donde su función obstruye, pero donde se hacen necesarios como en la avenida Balboa, frente a la Contraloría, es nula su existencia. Implica la necesidad de planificar adecuadamente en materia de tránsito y obras públicas.

Si a ese congestionamiento sumamos que el gobierno atinadamente informa el inicio de la construcción de la primera etapa del Metro (con trece estaciones que cruzarán la Ciudad de Panamá, desde Los Andes hasta Albrook), implica que hasta el 2013, las autoridades tendrán que buscar medidas alternas para mitigar el asfixiante congestionamiento de la urbe capitalina.

Lo cierto es que el gobierno tiene el compromiso de establecer políticas de Estado en materia energética y de hidrocarburos, que protejan a los consumidores de los especuladores; así como de prever, mediante el diseño de un plan urbanístico de largo alcance, las futuras necesidades de infraestructura pública, focalizando en materia de electrificación, sanitaria y vial.

*ECONOMISTA Y EDUCADORA.

Lo Nuevo