• 25/09/2010 02:00

La entrevista no realizada

P roviene de una noble familia aristocrática hindú, de niño daba señales de poseer el don más bello que regala la naturaleza a quienes v...

P roviene de una noble familia aristocrática hindú, de niño daba señales de poseer el don más bello que regala la naturaleza a quienes vibran con el fantástico mundo de la composición musical —poseía el OÍDO ABSOLUTO— fue talvez el dialecto hablado por sus padres, un rico lenguaje tónico, el que lo educó para captar la sutil diferencia de las frecuencias tonales.

Florencia, Italia, 22 de setiembre.— A paso apurado, me encuentro caminando en la vía Borgo Pinti, la cita a la cual me dirijo sostiene con firme andar mis emociones, en la estrecha calle, de piedra antigua a manera de callejón, se respira todo el aire renacentista de esta ciudad... trato de recordar en orden las preguntas que tendré que hacer... porque el personaje que tendré que entrevistar no dejará paso a las improvisaciones... Es así que giro y entro en la vía della Pergola... y veo el antiguo teatro adornado con los vitrales Art Nouveau y esculturas renacentistas en su portal... donde el maestro Zubin Mehta me ha concedido el privilegio de entrevistarlo, quitando tiempo a su apretada jornada.

Entro y me dirijo a la sala de pruebas, donde ya veo la figura extranjera del Maestro, me presento y, con una gran sonrisa que cubre toda su cara, me invita a acompañarlo a un cuarto semioscuro, donde grandes frescos y estucos engañan la pared... noto, al pasar rápidamente la mirada, una especie de Pianoforte y mi mente viaja distraída dentro del aparato misterioso, que en mi infancia vi varias veces desmontado... claves, cuerditas de metal, pedacitos de madera encastrados, telas de felpa pegadas a los teclados y madera de raíz blanca plastificada... le comento al Maestro mi admiración hacia ese viejo instrumento... y él, sorprendido, me pregunta en qué lugar lo había visto... prontamente le respondo: ‘En Santiago, en casa de mi abuelo Samuel’... y allí me pregunta sobre mi abuelo y dentro de sus curiosos comentarios me habla de las personas que poseen el don del Oído Absoluto.

El Oído Absoluto es la capacidad innata que pocos privilegiados poseen para identificar por su nombre una nota musical, sin la ayuda o referencia de alguna nota. Beethoven, Paganini, Mozart, Stevie Wonder, Ray Charles y Miles Davis eran Oído Absoluto.

Mi abuelo Samuel Ramos fue organista toda su vida en la Iglesia de Santiago... y la curiosidad que llevo dentro de mí es sobre este gigantesco mueble musical, que, con misteriosos sistemas mecánicos, producía sonidos de sorprendentes llantos angelicales, que me provocaban aletear de mariposas en el estómago e hipnotizaban la memoria con fantásticas luces multicolores..., pues, el Maestro Mehta, al escuchar mi desnuda confesión, coloca sus largas manos en el Pianoforte y toca las bellas notas de un REQUIEM AETERNAM, que me inmoviliza el cuerpo... el PIANOFORTE responde al constante estímulo al cual es sometido, pareciera que la unión entre ellos es un solo lamento evocativo... el maestro se mece, balanceándose junto a las notas, su cara... dibuja a veces profunda tristeza, a veces lejanos lamentos. Y abriendo su boca, con una trágica mueca que anuncia el encuentro con el profundo tiempo de un silencio musical —con rápido suspiro— cargando desde adentro la emoción, se lanza con fuerte ímpetu sobre las teclas, que brillan con tonos duros y fuertes, en la explosión de todas la notas más bellas de Mozart... anunciando la descargada espera de un trágico final... y yo, sin poderlo aplaudir, porque la inesperada sorpresa y la magia que se había creado no podía ser destruida con algún gesto banal... y así opté por el silencio, en reverencia a la genialidad del hombre—artista frente a mí...

El breve silencio es roto por el Maestro, el cual con mucha naturalidad me habla del color de las notas, una cualidad que poseen las notas, muy parecida al color visual, caracterizando y distinguiendo cada una de ellas, como también diferenciando los acordes y las tonalidades.

Nuestro oído no está educado para captar estas diferencias, porque nuestra cultura musical nos lleva solo a notar la altura, modo y ritmo de las canciones, dejando fuera las tonalidades, que corresponderían a saber distinguir un color claro de uno oscuro, sin saber reconocer que uno es amarillo y otro es azul.

Poco a poco el tiempo pasaba, sin ponernos algún límite al orador y yo, que escuchaba... y fue así que fuimos interrumpidos por el llamado desde la platea, que bramaba por la presencia del Maestro para la prueba general de la Orquesta... Mehta se levanta, igual yo, y me da una cordial despedida... y sin darme cuenta me encontré parado afuera, en la puerta del teatro... Corría un viento frío, me cubrí cerrando mi abrigo y enrollándome la bufanda, en el intento por no perder un solo ápice de la regalada emoción... paso a paso... camino por la vieja calle, con la confusa impresión de haberme perdido en un bellísimo diálogo... voy apretando entre mis manos el cuaderno... sin respuestas... donde reposan las preguntas de una entrevista no realizada.

*ARTISTA VERAGÜENSE RESIDENTE EN FLORENCIA, ITALIA.

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