• 21/12/2014 01:00

Muchas coincidencias

"Y seguimos en la fiesta de denuncias y revelaciones sobre la descarada corrupción en que nos enterró el Gobierno pasado"

El pasado 17 de diciembre se dieron varios hechos que han vuelto locos hasta a los más cuerdos, desplazando a un segundo plano los temas cotidianos de la abrumadora corrupción que se ha destapado con el hallazgo de muchas irregularidades —demasiadas— en el desempeño del Gobierno anterior.

Uno de ellos, quizás el más importante por su trascendencia histórica y el efecto que tiene en el mundo entero, fue la noticia, anunciada al unísono, por los presidentes de Estados Unidos y Cuba, de restablecer relaciones diplomáticas, después de 53 años de hostilidades económicas y políticas. Esa noche del 17 de diciembre, explotaban las redes sociales, noticieros, chats y comentarios y hubo sujetos que hiperventilaban bilis ideológica y/o reventaban de dicha u odio. Los expertos internacionalistas, con mucho más criterio y conocimientos que yo, tendrán oportunidad de poner en su debido contexto este ansiado paso que se atrevió a dar el presidente Obama. Esto apenas empieza y lo que venga será muy interesante su desarrollo.

Las otras dos fueron el anuncio del cese unilateral al fuego de parte de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), que no ha prosperado como hubiera sido lo deseado, aunque ya el Gobierno colombiano lo aceptó, pero sin condiciones, y el retiro de la lista de grupos terrorista a la islamista Hamas, por el organismo pertinente de la Unión Europea, lo que no fue para nada bien recibido por Israel, que mostró indignación ante esto.

Si en el mundo llueve, en Panamá no escampa. El Instituto Nacional de Cultura (INAC) tuvo la feliz iniciativa de organizar una serie de actos conmemorativos por los 25 años de la invasión de Panamá por parte de los Estados Unidos (en una operación denominada en su momento ‘Just Cause’, pero que no me canso de repetir que era un ‘just because’) y desde muchos aspectos, menos el diplomático y el político, se ha hecho una revisión de esa excusa que tuvo Bush padre para ensayar sus juguetitos de guerra en nuestro pequeño istmo, mandando a 26 000 hombres a buscar a uno solo. Las televisoras se han esmerado por realizar acuciosos reportajes sobre ese hecho y sus protagonistas y víctimas, de manera más profunda que el muy sonado documental Invasión, estrenado hace unos meses, que se quedó en la pura superficie con la excusa de crear conciencia entre la generación que no vivió la acción militar, banalizándola. Y seguimos en la fiesta de denuncias y revelaciones sobre la descarada corrupción en que nos enterró el Gobierno pasado.

Pareciera que la puntita del iceberg ya no es tan puntita, y va saliendo una mole que ojalá nos lleve a las mismas narices del expresidente Martinelli y su camarilla o círculo 0. Ya el exdirector del Programa de Ayuda Nacional (PAN), que había guardado sospechoso silencio durante meses (y hasta años), ha empezado a entonar su Traviatta, señalando puntualmente al gran corruptor y como consecuencia directa; ese mismo día su hermano sufrió un simulado atraco y golpiza. ¿Será que entre ellos las cosas se arreglan de esa manera, como si se estuvieran mandando mensajes? Los de ascendencia italiana, que tanto festejaron la coincidencia de estar todos en el mismo barco, han empezado a achicar el agua que los está ahogando, mientras en Italia condenan a un ‘fratello’ por ofrecer coimas al Gobierno de Panamá.

No he abandonado los temas a los que he dedicado cinco columnas anteriores, hago un alto para guardar un minuto de silencio por los caídos en la invasión y un brindis por la esperanzadora perspectiva de que se ponga fin al embargo cubano y se restablezcan las relaciones cubano-estadounidenses. Y también para desearles a todos, los que fielmente me siguen cada domingo, unas felices fiestas de Navidad, dando gracias al Señor por las bendiciones recibidas y por tener aún un país que, si sale de éstas, no habrá quién lo detenga.

ARQUITECTA Y EX MINISTRA DE ESTADO.

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