• 04/03/2015 01:01

Hacer literatura

‘La inclinación hacia la literatura debe ser estimulada como política, basada también en el fomento del hábito de lectura...’

Una experiencia gratificante e ilustradora tuve hace diez años cuando el Departamento de Letras del Instituto Nacional de Cultura (INAC) me pidió que fuera jurado de la sección de novela del concurso literario Ricardo Miró. Creí que iba a ser tarea fácil, pero en esa ocasión participaron algo más de una treintena de obras y hubo que invertir gran esfuerzo para evaluar tal conjunto y determinar quién debía llevarse el premio.

La labor se hizo difícil por la diversidad de propuestas que iban desde libros de alrededor de quinientas páginas, hasta escritos que semejaban un menú de temas, recetas o narraciones sin ningún hilo conductor y que demostraban que sus autores no comprendían las características del género y en ciertos casos, quizá ni las motivaciones de tal oficio creativo. El único incentivo para algunos era el premio de quince mil dólares al ganador.

¿Cuál es el sentido de escribir prosa, versos o dramas teatrales en una sociedad donde al parecer no existe mayor interés en estas tareas, a juzgar por el nivel de venta que tienen los libros de este tipo en el país? De partida, hay que reconocer el papel que este concurso anual tiene para las letras nacionales desde su formulación en los años 40 del siglo pasado. Hubo periodos en que la única novela publicada, era la ganadora de esa categoría en la competencia.

Estas reflexiones surgieron al escuchar a la directora del INAC en la presentación de las bases para 2015 y en la información sobre la edición de un manual para darles instrucciones a los interesados sobre cada género. Suponemos que tal documento, será un breve folleto de cómo postular o someter los trabajos en sus variadas categorías. Resulta imposible que se intente explicar o dar pautas de cómo se redacta cada uno de los diferentes materiales.

Hacer literatura es algo más complejo que solo imaginar. Quien tenga la facultad de generar mundos por una conducta contemplativa frente a la realidad exterior, requiere de herramientas para convertir tales experiencias en signos y articular una recreación o reproducción con un sentido propio y diferente al estímulo exterior. Y esto ocurre tanto en la escritura de poemas como en los textos narrativos en cualquiera de sus manifestaciones.

Jean Paul Sartre, humanista y escritor francés, hace una distinción entre otras expresiones del arte y la literatura. Considera que ella constituye un escenario del lenguaje y que éste resulta en un ‘espejo del mundo’. Agrega que las palabras contienen una sonoridad, extensión, géneros, y que su aspecto visual le brinda una imagen corpórea que representa la significación más allá de lo que ella expresa.

Esta cualidad supone que quien se sienta a escribir, es consciente que las palabras requieren de una arquitectura para construir un micromundo autónomo. ‘El exterior me atrapaba en los huecos y en los momentos vacíos... no reparaba en lo que sucedía ni lo comprendía’, decía Marguerite Duras para justificar su forma de crear ambientes paralelos que sustituían la acción de contemplar hacia adelante; ‘era salir afuera, era mi primer cine’, concluye.

Escribir es también prolongar la existencia de una manera diferente. El escritor Bioy Cazares considera que este oficio es ‘agregar un cuarto a la casa de la vida. Está la vida y está pensar sobre la vida, que es otra manera de recorrerla intensamente’. Afirma también que es una conjunción de mensaje, idea y técnica. No es posible entonces, encontrar improvisación o adquisición de estas aptitudes por generación espontánea.

La inclinación hacia la literatura debe ser estimulada como política, basada también en el fomento del hábito de lectura, el fortalecimiento de capacidades y la sensibilidad hacia las letras. Esta gestión correspondería a una de las tareas culturales más importantes del Estado.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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