• 16/05/2015 02:00

Reclamo contra el abandono

Los designios de Dios son inescrutables para la humanidad y, por consecuencia, para su hijo humano

‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?'... Con esta exclamación le indaga Jesucristo a Dios Padre la causa por la cual estaba padeciendo tan alto grado de sufrimientos y agonía sin la asistencia, fortaleza y alivio del protector más poderoso y confiable que pudiera haber para soportar el trance.

Jesús en su condición humana, aunque consciente de su relación con la divinidad, llegó a no comprender por qué la realización de su misión en este mundo no tenía un límite menos doloroso y desesperante. Solo el Dios Padre, que forma con Él un solo Dios, —y no un Dios aparte dentro de alguna lista de dioses— sabía cuál era la dimensión y sensibilidad de su misión. Los designios de Dios son inescrutables para la humanidad y, por consecuencia, para su hijo humano.

Dios Padre no abandonó a su hijo Jesús clavado en una cruz de madera, como tampoco en su Divina Trinidad (según los católicos —Padre, Hijo y Espíritu Santo—) abandona a la humanidad que son sus criaturas dotadas con alma racional y cuerpo, ambos con sentimientos. Por lo que no resulta extravagante que cualquier humano —igual que Jesús—, en medio de una crisis, tampoco comprenda por qué Dios, su Creador, permite que le ocurran adversidades inaguantables y, para algunos, hasta injustas.

¿Por qué ocurren accidentes dolorosos y, o, mortales?; ¿por qué nacen seres discapacitados?; ¿por qué sobrevienen enfermedades en su momento incurables?; ¿por qué acaecen catástrofes multitudinarias, como: terremotos, guerras, epidemias, naufragios, intencionales estrellazos de avión, y, múltiples tragedias personales?; ¿por qué tanta cuota de dolor?; ¿por qué tanto abuso del prójimo?; ¿por qué pareciera que el Ser Supremo, el súmmum de la bondad, abandona a sus criaturas? Porque Dios también escribe derecho por renglones torcidos. Actúa en un contexto global paralelamente con la personalización.

Realmente no hay abandono. Por ello, las crisis más podrían ser un llamado para que se confíe más en su bondad. Esta abarcaría compensaciones para los discapacitados y para los que sufran y mueran antes de poseer el uso de razón. Al final de las existencias —y para que estas hayan tenido sentido— habrá juicios por comportamiento y sentencias en concordancia: o con la motivación de Dios y, o; con el mérito alcanzado por cada ser en su conducta consciente con Dios y con el prójimo, en su tránsito por la vida terrenal.

Siempre pendiente de la humanidad, el Creador ha enviado mensajeros a lo largo de los siglos —profetas— para ir enseñando los contornos y fondos del bien y el mal, y la necesidad de los humanos de hacer mérito, para alcanzar la puntuación que le merezca el mejor disfrute de una vida posterior a la humana, con la duración y circunstancias que Dios disponga. Pero no se limita a ofrecérsela, sino que, en al menos un par de religiones, ha dado reglas, o mandamientos, para orientarlos a conducirse bien, como una manera de ayuda adicional. No obstante, se producen coyunturas en que los adoloridos se desesperan, increpan al Creador, y se olvidan de los mandamientos; tal como los olvidan los codiciosos —y peor si estos son mandatorios— que usen un sistema para explotar y atropellar a sus semejantes.

Así como el humano siente, en ocasiones, abandono por parte de su Creador —lo cual es percepción equivocada—, también lo siente de parte de sus congéneres, lo que frecuentemente es cierto. Este abandono aflora en diversas situaciones, como cuando dignatarios omiten expedir declaraciones —en reuniones de alto nivel: ‘Cumbres'—, mostrando su oposición a violaciones de derechos humanos, que política y económicamente perpetren gobernantes contra sus gobernados, y su enfática reclamación a que se corrijan expeditamente los casos que se identifican. Mientras se corrigen, El Creador no abandona a los cautivos, sojuzgados y oprimidos y, de alguna guisa, los conforta y les infunde la certeza de que habrá compensaciones y justicia.

INGENIERO CIVIL.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus