• 18/06/2015 02:00

Yo no quiero ser médico

El individuo que escoge ser médico debe tener esa chispa que no todos tenemos

‘Los médicos estamos en huelga, estoy seguro de que menos personas van a morir', al escuchar esta frase enunciada por mi profesor, un profesional de la comunicación, me ha sido difícil encontrar sentido a sus palabras y lo primero que se me vino a la mente —y sé que a Ud. también— es que es una completa locura, pero al reflexionar sobre los distintos enfoques que se le pueden atribuir a este conjunto específico de palabras he concluido en lo siguiente.

El individuo que escoge ser médico debe tener esa chispa que no todos tenemos; ellos tienen el privilegio de sentir esa necesidad de ayudar a otros. Ser un profesional de la salud es la máxima categoría de ayuda al prójimo. Así como los publicistas, en mi caso, nacemos con la creatividad en las venas, los médicos deben nacer con ese indescriptible sentimiento de auxiliar incondicionalmente a los demás. Ellos no deben ir al campo por dinero, sino por vocación. Pero ¿qué pasa cuando esos pocos médicos que ejercen por vocación son solo una pieza insignificante en lo que he denominado cadena de salud pública? Vivimos en una nación donde la desigualdad ha trastocado el sistema público de salud, uno que muchas veces no cuenta con medicamentos ni insumos básicos para funcionar; vivimos en un país donde hay centros de salud y hospitales que parecen cuarteles de guerra, con pacientes que reposan en los pasillos, pacientes que solo buscan una solución, pero salen con un problema mayor.

A mí me llena de coraje escuchar que personas que pagan seguro, que pagan sus impuestos, tengan que ir a farmacias a comprar medicamentos porque no hay. A esto yo lo llamaría robo, mientras los gobernantes de altos puestos cobran miles de dólares y les puedo asegurar que ellos ni siquiera van a hospitales públicos a atenderse. Yo no quiero ser médico; ¿para qué serlo, si nadie se preocupa —ni siquiera ellos— por mejorar el sistema? Si no hay un ambiente donde los profesionales de la salud puedan ejercer sin contratiempo alguno sus funciones; si no hay una responsabilidad real por la vida de los pacientes, ¿para qué quiero ser un médico?

‘Los médicos estamos en huelga, estoy seguro de que menos personas van a morir', para mí quien dijo esta frase se sintió impotente al ver que la vocación y ética que se vive en la cadena de salud pública es escasa o está desapareciendo. Hoy, nuestros profesionales de la salud no cuentan con el respaldo que sí obtienen en los hospitales y clínicas privadas, siendo tal vez el motivo de que la gran mayoría de médicos que conforma la cadena de salud pública ofrezca una atención ineficiente.

¿Cómo se sentirán esos niños y niñas que soñaron y alcanzaron la profesión de ser médicos, esos niños y niñas que después de adultos logran entrar al sistema y se topan con una realidad totalmente distinta y en la que participan médicos, enfermeras, auxiliares y todas las demás piezas que conforman la cadena de salud pública? ¿Qué estamos haciendo mal? ¿De dónde realmente proviene el óxido que está matando esta cadena? Cierro este escrito con lo siguiente: ‘Yo no quiero ser médico, porque si un médico pierde, no pierde dinero, pierde... una vida'.

*ESTUDIANTE GRADUANDO DE PUBLICIDAD - UP.

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