• 27/03/2016 01:00

Resurrección y conspiraciones

Cuando Jesús viene al mundo, Israel es un pueblo de múltiples encrucijadas: religiosas, históricas, filosóficas y materiales

Cuando Jesús viene al mundo, Israel es un pueblo de múltiples encrucijadas: religiosas, históricas, filosóficas y materiales.

Su prédica, ejemplo y vida causaron asombro en el mundo conocido de la época, y esto va unido a una de las más importantes creencias religiosas de la humanidad en torno a su figura: el Misterio de la Resurrección.

¿El hecho se sucedió? ¿Qué pensaban los primeros cristianos de ese evento?

El apóstol Pablo menciona en la Primera Carta a los Corintios , en el capítulo 15, versículos del 13 al 15, en primera instancia: la afirmación de la resurrección de los muertos, una creencia compartida con los fariseos, mas no con los saduceos, los cuales negaban la inmortalidad del alma, inclusive la predestinación y la existencia de los espíritus y los ángeles; Pablo afirma este misterio que sirve de base para reforzar la idea de la resurrección, y sustentar el evento más importante la resurrección misma de Jesús; y en segunda instancia afirma que si Cristo no ha resucitado, vana sería la predica en este aspecto y toda nuestra fe.

La Carta de Corintios fue escrita alrededor del año 57 de nuestra era. Y muestra ya la preocupación por explicar el evento de la resurrección, porque debían circular otras versiones a favor o en contra, de ahí el énfasis, porque es probable que fuese la pregunta más constante: ¿resucitó el Señor?, de ahí la prédica de Pablo tan firme, dice en realidad: ‘¡No preguntes más! '.

Pero, la crucifixión había sucedido, casi 25 años atrás, antes de ser escrita la Carta de Corintios; por dos décadas las preguntas y las respuestas en torno a este hecho debieron ocupar la mente de los primeros cristianos. Y obviamente le tocó a Pablo dirimir este asunto.

Todos sabemos que en la época había unas sectas que ya estaban dando de qué hablar, porque interpretaban los hechos del Maestro bajo su propia cosmovisión y de esas historias sugestivas van surgiendo los primeros evangelios y textos, los cuales la autoría se les endilga a los apóstoles y sus discípulos, personas comunes o las mujeres que caminaron con Jesús, entre ellas María Magdalena.

En la novela de Nikos Kazantzakis, La última tentación de Cristo de 1953, propuso una versión fundamentada en los evangelios apócrifos y gnósticos que circulaban ya desde mediados del siglo I: Jesús había sobrevivido y vivido una vida normal con Marta y María Magdalena. Tal novela causó un estupor enorme, hasta la actualidad; lo que demuestra que, aun cuando han pasado dos mil años, el interés de la humanidad en Jesús sigue con fuerza.

Pero repasemos ahora las diversas teorías sobre la resurrección.

En el Evangelio de Pedro se menciona que ‘una puerta se abrió en el cielo, y la piedra de la sepultura se movió, sin nadie tocarla y dos hombres sacaron a Jesús cargado en hombros... los seguía a los tres una especie de cruz y desaparecieron todos, tras la puerta en el cielo '.

Por otra parte, el Evangelio de Nicodemo nos da cuenta del descenso del Maestro a los infiernos; al parecer un lugar de espera para pasar a la otra vida.

El Evangelio de Mateo también toca el tema de la resurrección refutando la teoría del robo del cuerpo de Jesús, teoría tal que ya era conocida entre los israelíes de la época.

La explicación de las otras versiones propone que hubo dos tumbas. La ubicación de una de ellas era un secreto y Jesús fue sepultado en esa tumba secreta y desconocida y no en la de José de Arimatea, esta era para despistar a los sacerdotes, para que su cuerpo no fuera profanado, es decir exhumado y desaparecido por los enemigos de Jesús.

Otra versión expone la situación psicológica y emocional en que se encontraban los apóstoles tras la crucifixión, no verificaron jamás si el Maestro había sido sepultado en el sitio correcto, por cuanto el domingo, cuando su cuerpo no aparece, pensaron que ciertamente había resucitado. ‘Porque no lo reconocían aun cuando se les apareció en el camino a Emaús '. Lucas 24.13-35.

También hay otra variante en torno a la desaparición del cuerpo, este fue sustraído por parte de los discípulos que era los denominados ‘70 ', mencionados en Lucas 10,1, que Jesús envió a predicar antes de los acontecimientos en Jerusalén.

Estos discípulos, actuando a cuenta propia y a espaldas de los apóstoles, robaron el cuerpo para evitar que los sacerdotes le irrespetasen aún más. Y lo escondieron. Tal hecho hubiese sido descubierto tarde o temprano y hubiese sido motivo de discordia.

Ahora no se sabe con exactitud si los guardias eran los de Herodes o los legionarios romanos; se acepta por lo general que eran los segundos quienes estaban custodiando la tumba de Jesús, estos no podían abandonar su guardia so pena de muerte y Mateo en el capítulo 28, versículos 11 al 15, explica que ante la desaparición del cuerpo de Jesús, los mismos sacerdotes y ancianos les dijeron a los guardias que los protegerían si decían que los discípulos hurtaron el cuerpo y de ahí que no se encontrase, porque los menos interesados en que desapareciera el mismo eran las autoridades judías, con lo cual se confirmaría que Jesús era el Hijo de Dios. Por ello, los sacerdotes no pudieron robar el cuerpo.

Los apóstoles tampoco estaban en condiciones de hacer esto y es evidente, porque su estado de ánimo estaba por los suelos y los ‘70 ' pudieron haber sido, sino es porque se describe a jóvenes de blancas vestiduras que ya estaban fuera de la tumba avisando a los demás que Jesús ‘no estaba ahí ', también cabe la posibilidad de que fueron los esenios quienes rescatasen a Jesús y lo curasen; no sabemos con exactitud. El tema sigue siendo apasionante.

Así, ciertamente algo supernatural, fuera de este mundo, sucedió y en ello cada persona, cada creyente o escéptico puede encontrarse ante la realidad del hecho: Jesús resucitó, porque, en verdad, si no fuese así, vana sería nuestra Fe.

¡Salud compatriotas!

PROFESOR EN FILOSOFÍA E HISTORIA.

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‘¿El hecho se sucedió? ¿Qué pensaban los primeros cristianos...? (...) Pablo menciona en la Primera Carta a los Corintios , (...): la afirmación de la resurrección de los muertos...'

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