• 30/04/2016 02:03

Comunicación oral, un verdadero problema

Somos víctimas de la mala comunicación, porque para expresar ideas o situaciones el uso de palabras en inglés va en aumento

Cualquier joven interiorano que llegó a nuestra capital, para terminar sus estudios secundarios en el Instituto Nacional o cualquier otro colegio público, como el Liceo de Señoritas, la Escuela Profesional, Arte y Oficios —allá por los años 60 o 70 del siglo pasado— de inmediato se encontraba con ciertos términos lingüísticos que no eran compatibles con los utilizados en el terruño. De inmediato te trataban de ‘hey pelao o hey buay ', quedándose el interpelado en ascuas. A todas las situaciones se acostumbra el ser humano y poco a poco ese lenguaje citadino que mezclaba el inglés con nuestro español iba envolviendo al individuo, hasta que finalmente el sujeto quedaba hablando de la misma forma, aunque con un poco de su dejo campesino original, difícil de abandonar.

Somos víctimas de la mala comunicación, porque para expresar ideas o situaciones el uso de palabras en inglés va en aumento, intercalándolas con las de español, como si esta mala costumbre fuera motivo de mayor estatus para los individuos que las utilizan.

Acostumbro pedir en el restaurante un emparedado, pero el dependiente no sabe lo que quiero, porque debo pedir un ‘sándwich '. Ya no vamos a nuestra casa, ahora vamos al ‘shanting '. Aquella época de pasquines de Roy Roger, El Llanero Solitario , entre muchos otros personajes, los cuales adquiríamos mediante intercambio o comprados en la bajada de ‘Sal Si Puedes '; hoy día esas mismas historietas llevadas a la televisión (TV) se llaman ‘comics '.

Antes la gente iba al gimnasio a hacer ejercicios físicos, ahora van al ‘gym ' para hacer ‘aerobics '. Hoy comemos ‘bacon ' y nos hemos olvidado de los deliciosos chicharrones. En la Semana Santa, la gente no se va a acampar, se van a hacer ‘camping '; se han olvidado de las delicias de dormir en hamacas, ahora duermen en ‘sleeping bag '. Ya no disfrutamos del dulce de cumpleaños, ahora es el ‘cake ', cantando el ‘happy birthday ' y cuando la nariz se nos tupe por el resfriado, no usamos pañuelos, utilizamos ‘kleenex '; lo que es peor, los sentimientos ya no se expresan como tal, sino como ‘feelings ', ¡qué tristeza!

Estos cambios son casi imperceptibles, no fue hasta que comencé a escuchar que a los homosexuales o ñaños en nuestro país los llamaban ‘gay ', que a mi insignia de institutor que aún conservo, que mi nieto me dijo ‘hey pa, bonito tu pin '; cuando mis hijas se referían al ‘casting ' de la novela tal, les pregunté ‘¿y esa vaina de ‘casting' qué es? '. Y finalmente entendí que se referían al reparto de artistas participantes en cualquier espectáculo; fue que tuve conciencia del cambio. Los estudiantes siempre han sido consentidos de sus madres y abuelas; antes les tenían lista la portaviandas para ir a la escuela, hoy les preparan a los niños su ‘tupperware ', para llevar los alimentos.

En la vida diaria moderna, las damas utilizan ‘pantys ' o ‘bloomers ', antes en mi pueblo utilizaban ‘calzonarios '; no utilizamos colonia para luego de las afeitadas matutinas ahora, ‘after shave ', como si esta fuera mejor. A las bolsas de aire de los autos a nadie se le ocurre llamarlas así, hoy son ‘airbags '.

Para referirnos al mercadeo ahora, es ‘marketing ', nadie te invita a tomar un trago, sino un ‘coctktail '. Si te invitan a comer, ofrecen llevarte a comer un ‘roast-beef ', en vez de ir a comer una carne asada; desde luego que los restaurantes ahora son ‘self service '. Se ha vuelto tan común escuchar cuando conversamos con alguien, que a cada rato nos dicen ‘OK, OK ', para indicarnos que está bien, como si de esa manera fuera mejor. Los espectáculos ahora se llaman ‘shows '; si es muy bueno es un ‘heavy show ', eso sin mencionar los ‘reality shows ' que están de moda.

Las empleadas encargadas de cuidar niños parece que han subido de categoría al llamarlas ‘baby-sitters ' o ‘nannies '. La gente importante o los lugares especiales de mayor costo para ver un espectáculo se llaman ‘vip '. Nuestros jefes ya no se reúnen, siempre están en ‘meetings '; los entrenamientos al personal en las empresas, ahora se llaman ‘coaching '. A diario se envían ‘e-mails ' y las estadísticas son ‘rankings '.

¿Hasta dónde vamos a llegar con este maltrato a nuestro idioma?

ESCRITOR, COMPOSITOR Y FOLCLORISTA.

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