• 28/06/2016 02:02

Educación

Manifestación profunda, a través de la cual, desde aquel momento tan distante en el tiempo

Con frecuencia, cuando hilvano algunas líneas para su divulgación por alguna de las vías disponibles para ello, o para mí mismo, suelo citar la expresión del filósofo griego de la antigüedad clásica conocido como Protágoras de Abderra, quien en su momento dijo: ‘El hombre es la medida de todas las cosas '.

Manifestación profunda, a través de la cual, desde aquel momento tan distante en el tiempo, el pensador dejó saber que el pensamiento y la acción del ser humano son determinantes del acontecer general, tanto social como material; o sea que el hombre puede determinar el rumbo de las cosas, llevándolas por buen o mal camino o simplemente dejándolas estancadas.

Por supuesto que el anhelo de toda sociedad organizada es que ese ser, dotado de tal capacidad, se conduzca y conduzca a quienes lo rodean y lo imitan o siguen, por senderos de superación material y moral, a través de los cuales se pueda lograr un grado significativo de bienestar personal y general, impregnado de valores éticos, pues sin éstos todo avance material se convierte tan solo en una herramienta de explotación, de dominación y con ello de conflictos sociales y hasta guerras sangrientas.

Huelga observar, además, que para que los seres humanos podamos cumplir nuestra misión en el planeta y dentro de la sociedad en que nos toque vivir, es absolutamente necesario que seamos dotados de una educación de suficiente calidad científica y humanística, de modo que estemos capacitados para aprovechar, en forma inteligente y provechosa para todos, los recursos que la naturaleza y el entorno social o material ponen a nuestro alrededor y a nuestro alcance.

Es fácil advertir, también, que la tierra, las aguas y el espacio que nos rodean brindan oportunidades y lo mismo hace el conglomerado social en que vivimos, cuyas necesidades vitales, intelectuales y otras, generan un número inconmensurable de oportunidades para la acción humana conducente a satisfacerlas. Sin embargo, para que esos recursos y oportunidades puedan ser aprovechados inteligentemente, hay que tener educación, lo que hace de esta tarea la más importante que puedan desarrollar la sociedad y el Estado que la sirve.

Si no se cumple con esa responsabilidad trascendental, los hombres y mujeres que constituyen el tejido de la sociedad quedarán a merced de quienes estén mejor dotados, cultural e intelectualmente para aprovecharse de los recursos disponibles, dejando apenas los residuos para quienes se queden en la cola del conocimiento científico, tecnológico o simplemente práctico.

Estos pensamientos me vienen a la mente con motivo de la inauguración de las obras de ampliación del Canal de Panamá, evento que, como ocurrió con la construcción del Canal original, terminada en 1914, abre oportunidades excepcionales para que el pueblo panameño, en todos sus niveles, busque y encuentre oportunidades para el logro del bienestar personal y general, objetivos que no se lograrán sin un nivel educativo adecuado.

Concluyo expresando que ni el Estado panameño ni el Canal de Panamá podrán con la carga económica de una sociedad cuyos miembros no están capacitados en un grado significativo para la búsqueda y logro de su bienestar y el de los suyos que, al final del camino, representan el bienestar de todos.

ABOGADO

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