• 29/06/2016 02:03

Hacia un cambio en el modelo de la ZLC

Al menos durante los últimos veinte años se cuenta con evidencias claras de los cambios en el modelo económico de los países

Al menos durante los últimos veinte años se cuenta con evidencias claras de los cambios en el modelo económico de los países. La globalización ha significado un cambio, de economías cerradas, a economías y sociedades más abiertas. La proliferación de tratados de libre comercio ha contribuido al derrumbe de las fronteras aduaneras y del comercio entre las naciones. Los productos locales nacionales rápidamente alcanzan mercados regionales y mundiales. Muchos de estos productos llegan a las manos de ciudadanos de otras naciones de modo más rápido y con menos costos arancelarios que en el pasado. Los países más prósperos son los que han reconvertido sus economías, han invertido en ciencia y tecnología y han apostado a ser competitivos en la región y el mundo.

Panamá ofrece también ejemplos de estos cambios. Es probablemente la primera nación globalizada de la región. Su privilegiada posición geográfica le permitió ser históricamente un centro de intercambios de las mercancías y minerales que venían por las rutas del Atlántico primero, y del Pacífico después. Este es, junto a su estrechez territorial, uno de los factores que determinó construir en este país el Canal de Panamá, inaugurado en 1914. A este acontecimiento le siguió la creación de la Zona Libre de Colón (ZLC) en 1948. En esta fecha el mundo salía de la Segunda Guerra Mundial y se realizaba una nueva configuración de la cartografía universal, tanto en los continentes como en los países y sus relaciones, como uno de sus resultados manifiestos.

La ZLC adoptó, en el momento de su creación, un modelo efectivo de importar bienes de consumo de países industrializados (EUA, Japón, China, Taiwán, Corea del Sur, Hong Kong, entre otros) para reexportarlos a países donde las condiciones aduaneras y fiscales impedían obtenerlos a costos adecuados para su población. Esta institución todavía era importante al inicio del siglo veintiuno. Según estadísticas oficiales, en 2010 llegó a tener ingresos por $1600 millones, cerca del 8 % del PIB del país, y emplear de modo permanente a unos 15 000 trabajadores y algo más de 5 000 eventuales. Está ubicada en un emplazamiento de unas 240 h de terreno, que cuentan, además de los espacios físicos donde funcionan las empresas de ensamblaje y almacenaje, con puertos, una red ferroviaria y un aeropuerto importante.

Durante los últimos años, esta institución se ha enfrentado a problemas complejos que han producido cierre de empresas, reducción de empleos y una merma importante de sus ingresos. Con ello se ha creado un malestar general que empieza a tener efectos perversos en la actitud de muchas personas que durante años se han sentido beneficiadas directa o indirectamente por el intercambio de productos creados en otros países y contextos.

Ante este fenómeno nos preguntamos ¿en el momento actual y hacia el futuro, puede ser sostenible este modelo de funcionamiento de la ZLC?, ¿puede alcanzar la provincia de Colón los niveles de desarrollo humano con una institución que no provee ni las inversiones ni ingresos dignos para su gente?, ¿es conveniente que el país y su Gobierno sigan pensando en consolidar un modelo que parece agotado, en lugar de transformarlo en algo más eficiente y sostenible para el desarrollo?

Una propuesta para el debate es cambiar el modelo de intercambio de bienes de consumo que tiene actualmente la ZLC por otro más orientado a la creación, transferencia y difusión del conocimiento. Es decir, un modelo centrado en I+D para beneficio de la economía local, nacional y regional. Un modelo que pueda generar valor agregado a las inversiones realizadas y al capital que allí se encuentra emplazado. Una entidad en la que las universidades, la Senacyt, el Indicasat, el Instituto Conmemorativo Gorgas, la Ciudad del Saber, entre otros, tengan una participación importante. Esta reconversión en ciencia, tecnología e innovación podría realizarse con capital extranjero y recursos propios, muchos de ellos aportados por el beneficio proyectado del Canal ampliado.

Este es un proyecto que conviene considerar para darles futuro, en primer lugar, a las personas de Colón y luego a todos los ciudadanos de la nación. Evitemos el sentimiento de fragilidad humana que puede estar anidándose en el corazón de cada una de las personas y las familias de Colón y el país, al ver que sus aspiraciones se deshacen con la quiebra de cada empresa y con la disminución del impacto de esa Zona Libre en la economía local y nacional.

Un acuerdo ciudadano para impulsar esta iniciativa, puede ser una vía que disminuya las tensiones del cambio del modelo. Como Nación hemos sabido dialogar en el pasado y construir grandes consensos sobre temas nacionales y regionales trascendentes. Los mismos Tratados Torrijos-Carter son una demostración de este espíritu de construir confianza para edificar el futuro de tantas personas que parecen no tener en el día de hoy una salida a sus sueños. Demostremos como panameños que sí podemos hacerlo. ¿Si ya lo hicimos en el pasado, qué nos impide hacerlo en el futuro?

DOCENTE UNIVERSITARIO.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus