• 19/10/2016 02:01

El próximo domingo es Día de Reflexión Nacional

Pasajeros de aquel bus 8B-06 habían advertido al conductor sobre un extraño olor antes de que el vehículo entrara a la calle Martín Sosa, pero el conductor ignoró las advertencias

Mediante Decreto Ejecutivo No. 565 del 15 de octubre de 2015, el actual Gobierno declaró el 23 de Octubre como Día de Reflexión Nacional para así mantener vigente el recuerdo de ese trágico acontecimiento y solidarizarse con los familiares de las víctimas. Recordamos consternados cómo, hace diez años, dieciocho personas, entre ellas dos niños, fallecieron calcinados sin la menor posibilidad de escapar de las llamas. Otros veinticinco pasajeros lograron saltar por las ventanas; resultaron heridos, dos de ellos con quemaduras de segundo y tercer grado.

Pasajeros de aquel bus 8B-06 habían advertido al conductor sobre un extraño olor antes de que el vehículo entrara a la calle Martín Sosa, pero el conductor ignoró las advertencias. Sin extintor ni puertas de emergencia, el incendio, producido por un desperfecto del sistema de refrigeración, no pudo ser combatido a tiempo. El vehículo y los ocupantes que no pudieron abandonarlo fueron consumidos en minutos ante la mirada horrorizada de testigos presenciales.

En mayo del 2008 el dueño y el conductor fueron condenados a 40 meses de prisión y, por su lado, los familiares de las víctimas demandaron en su país al fabricante del sistema de refrigeración.

La tragedia, que todos observamos en televisión, provocó gran indignación en una opinión pública consciente del fracaso de los ‘diablos rojos' con vehículos destartalados, incómodos, ruidosos, causantes de tantos accidentes y muertes en las vías públicas de los centros urbanos. Desde que se trató de darles a los conductores ‘su machete de trabajo', el sistema dejó mucho que desear, porque los transportistas no cumplían con los reglamentos del tránsito y se enfrascaban en peligrosas regatas por disputar pasajeros.

Los famosos ‘CUTSA' tampoco habían resuelto el problema y terminaron como chatarra inservible. Luego de la tragedia de la Martín Sosa, las autoridades de entonces propusieron, sin éxito, innovar con vehículos similares al Transmilenio de Bogotá, pero manteniendo el temerario método remuneratorio para los operadores.

La introducción del Metrobús en 2010 al fin pareció augurar buenos resultados con un transporte ‘cómodo, seguro y confiable' y 2000 nuevos buses. Pero se manejó con tanto desorden que mereció el repudio de los sectores que serían beneficiados. Por mencionar algunos temas improvisados: cantidad de buses requerida según demanda; cantidad y ubicación de paradas accesibles al usuario; método de pago del pasaje; compra y recarga de tarjetas; tarifas preferenciales para estudiantes y tercera edad; rutas realistas; capacitación y remuneración a conductores; indemnización a ‘diablos rojos'; ancho de vías de circulación y tamaño de buses; impacto de trabajos del Metro; reordenamiento vial de la ciudad; valor real de la concesión; monto del subsidio estatal; ausencia de paradas donde los pasajeros esperen cómodamente el transporte sin quedar a la intemperie; falta de la debida iluminación para que la oscuridad de la madrugada o de la noche no sea oportunidad ideal para las fechorías de los malhechores; inexistencia de letreros especiales en cada parada para indicarle al pasajero el lugar exacto donde debía esperar el Metrobús de su ruta. Tampoco se previó la conveniencia de añadir algunos buses de menor tamaño para poder sortear calles estrechas de la capital ni buses para rutas internas.

Bien ha hecho el Gobierno en declarar el 23 de Octubre como Día de Reflexión Nacional. Lástima que las autoridades en el 2006 no supieron aprovechar la oportunidad que la indignación nacional les brindó para proyectar una solución drástica que hubiera sido respaldada por todos; entonces faltó decisión. Reflexionemos el domingo sobre esta tragedia que no debió ser, abrigando la esperanza de que pronto haya una solución definitiva al problema del transporte colectivo.

EXDIPUTADA

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