• 11/11/2016 01:00

La dictadura de los bufetes en Panamá

Los hilos del poder, en esta República de pocas sorpresas, los tienen y los activan, de acuerdo a las circunstancias conocidas

Los hilos del poder, en esta República de pocas sorpresas, los tienen y los activan, de acuerdo a las circunstancias conocidas, firmas de abogados, en mi cuenta en lo que va de República, han impuesto cinco presidentes. La revista que elabora el ranking de las mayores fortunas de abogados del planeta tiene a estos licaones en su lista. No hay dudas que estos corsarios panameños al nacer, les arrebataron las tijeras de las manos a sus parteras para mocharse ellos mismos sus diabólicos umbilicales.

En este país de los legos ‘pocoimporta', hablamos a todos los niveles de diferentes temas. Los que mejor vivimos todos los años comentamos de las goteras que se cuelan por el techo, de la cama que hay que cambiarle las varas porque fueron cortadas en marea baja, de las lluvias, si corresponden a la luna llena o son los nubarrones que se les escapan a los huracanes del caribe. Otros de un nivel más alto, pero que viven día a día, se lamentan de los números de la lotería, de los escándalos y de los huecos en las calles. Así lo pasamos felices, hablando pendejadas que evitan que la vida sea una tragedia total, pero en los restaurantes en donde el cafecito cuesta de un dólar para arriba se comenta mucho de los bufetes que colocan presidentes de la República, nombran magistrados, jueces y a toda suerte de sabandijas para que se cumpla ‘legalmente' con la inmunda telaraña de la codicia, nacional e internacional. En el planeta no han cambiado las patrañas desde que Vespasiano acabó con Nerón, luego mató a miles de cristianos y provocó la primera y más grande diáspora de los judíos que en su mayoría vivían felices en Palestina.

Nuestros letrados influyentes no son vagos porque participan o están al tanto de las principales operaciones empresariales que suceden en el mundo, principalmente en el continente americano. Todos, sin excepción, aspiran a ser, pese a que ya son millonarios, como los cuatro abogados más tenebrosos en los Estados Unidos, también como los otros cuatro que relumbran al mundo desde Gran Bretaña, o ¿por qué no?, como el belga que también juega ajedrez o como el brasileño que domina cinco idiomas.

Miren, que si no salen los comentarios franceses de ‘Je suis Panama', no me hubiese remordido la conciencia tanto por haber pensado mal de los otros abogados que tienen que valerse de recursos ortopédicos para ganarse el sustento o de aquellos que traban y enredan procesos para ganarse un plato de lentejas. De todas maneras, cada día es más cierto el dicho capireño: ‘En el monte las culebras y en los caminos los abogados'.

ESCRITOR COSTUMBRISTA.

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