• 18/02/2017 01:01

¡El mísero malhadado régimen de Varela!

Es bien sabido que todo el sistema político, ‘régimen de mando personal', gira en torno al culto a la personalidad

El 1 de julio de 2014 tomó posesión de la Presidencia de la República el señor Juan Carlos Varela. El Presidente ‘juró a Dios y a la Patria cumplir fielmente la Constitución y las leyes de la República'. Justo el día en que se inicia el quinquenio presidencial de Varela (2014-2019). Empero, desde aquel momento, percibimos lo que habría de ser la posible continuación del ‘régimen de mando personal'.

Los hechos cumplidos 32 meses después (2014/17), sumado al clamor general de la población por la falta de agua potable, la anarquía en la organización y administración del transporte público, la inseguridad ciudadana, la improvisación prevaleciente en todo lo referente a educación y salud; la incompetencia manifiesta del equipo de gobierno, el abuso de los recursos del Estado, la proliferación de proyectos ‘megaobras' faltos de planificación; el malgasto en subsidios (beca universal, 120 a los 65, barrios seguros, red de oportunidades, ángel guardián, etcétera), así lo confirman.

En cuanto a la administración de justicia, de que dependen la libertad, el honor, los bienes y la vida de los ciudadanos, solo puede o debe ser desempeñada por jueces y magistrados cuya intachable probidad los ponga al abrigo de toda sospecha de prevaricación, cohecho y desdoro. Pero esto solo es posible cuando la independencia del poder judicial y del ministerio público está garantizada por un buen servicio de carrera judicial, precisamente de lo que adolece el ‘régimen de mando personal' que ejecuta el mandatario Juan Carlos Varela.

La calidad de los funcionarios y empleados públicos (desde el Presidente de la República hasta el mensajero, trabajador manual o aseador de oficina), determina la cualificación que pueda merecer un determinado gobierno. El de Juan Carlos Varela podría cualificarse, en pocas palabras, como un gobierno fútil, incompetente e ineficaz. Por tanto, puede hablarse, sin reticencia, del mísero malhadado ‘régimen de Varela'.

El ‘régimen de mando personal' tiene puntos de coincidencia con los que han establecido en distintos países de América los dictadores tradicionales. Hay evidentemente, diferencias y rasgos comunes entre ellos. Diferencias profundas que sitúan a Varela en niveles distantes de los de sus congéneres en el ejercicio del poder absoluto.

Los rasgos comunes que diferencian a estas autocracias primitivas son bien conocidos: supresión de las libertades públicas, el desprecio por la vida humana, el presidio o el destierro del adversario, constituyen las piezas maestras de esa maquinaria de terror que erige el mantenimiento del orden en razón suprema del Estado. La incapacidad en la administración pública y el acaparamiento de la riqueza nacional en manos de los poderosos, es otro de los rasgos con que se manifiestan en todas partes esos gobiernos unipersonales. La codicia corre pareja en ellos con la corrupción, el cinismo, la mentira, la hipocresía y la crueldad.

Es bien sabido que todo el sistema político ‘régimen de mando personal', gira en torno al culto a la personalidad. Puede ser que ese rasgo se descubra también en situaciones semejantes creadas en distintos países de América, pero no en el estilo de Varela.

Es hipócrita, egoísta, contumaz; se vanagloria de su propio andar. Graba de ‘viva voz' su propaganda personal para ser difundida, y repetidas veces, por televisión. Alardea al demostrar que detesta el saco y la corbata. Evidentemente, demuestra ser el hombre común, ordinario, para quien el desaliño en el vestir y la manera de expresarse públicamente (su ‘balbucir' es insoportable, no sabe hablar bien y tiene una pésima dicción) son distintivos propios de su personalidad, de su natural forma de ser.

No obstante, la vida nacional, durante el ‘régimen de Varela' (pese a Odebrecht, posiblemente hasta junio de 2019), continuaría fluctuando en torno a su nombre. Los órganos del Estado y todas las instituciones seguirían obedeciendo directrices de sus caprichos, propios de su carácter absorbente.

La amarga experiencia causada por el ‘efecto Varela' y su impacto nefasto en la vida institucional del país, es motivo para que la ciudadanía consciente, por su vocación democrática (en mayo de 2019), determine con el arma de su voto arrollador el final del extraño y anacrónico ‘régimen de mando personal' en Panamá.

PEDAGOGO, ESCRITOR Y DIPLOMÁTICO.

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