• 13/03/2017 01:05

La democracia en peligro

La democracia es una forma de organización que atribuye el poder al conjunto de la sociedad

Me preocupa que hayamos perdido la capacidad de asombrarnos. Ya nada es un escándalo y esperamos pacientemente a que un nuevo tema salga al tapete para reafirmar lo que somos: una sociedad corrupta y en gran medida, sin vergüenza. Entre los casos que continúan saliendo a la luz pública, el de los desvíos de fondos de los diputados no nos debe sorprender. Esa es la práctica que los sigue llevando al poder legislativo cada lustro. Una versión de este escrito fue publicada hace unos años.

Eso de que la democracia ‘es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad' o que ‘…es un sistema que permite organizar un conjunto de individuos, en el cual el poder no radica en una sola persona sino que se distribuye entre todos los ciudadanos' o que se refiere ‘al conjunto de reglas que determinan la conducta para una convivencia ordenada política y socialmente'… suena bien; pero por alguna razón siento que no funciona en Panamá y desde hace mucho tiempo.

Lo que muchos entienden por democracia aquí ha resultado oneroso para la mayoría. Es un arma de doble filo, digamos: una tijera que corta bien para los menos; y para los muchos, el óxido de su borde gastado es una toxina que nos viene envenenando poco a poco.

Los partidos políticos también han sido negligentes y descuidados en su responsabilidad de formación sociopolítica y cultural...

Es culpa nuestra. Nosotros los elegimos, por lo que no entiendo el asombro ni las quejas. Son las cosas de la democracia. Los diputados tienen muy claro que su puesto y poder se lo deben a sus electores. Tienen bien clara aquella máxima que subrayan en la política de los Estados Unidos de que ‘toda actividad política es local' (‘All politics is local'): allí es donde están los votos y de allí es donde salen.

Dominan muy bien lo del clientelismo. Tú me das tu voto y yo te doy los sacos de cemento, por ejemplo. Discusiones sobre tratados de libre comercio, legislaciones sobre asuntos financieros y económicos y otras cuestiones de cierta complejidad, no son de la atención de un diputado salido de los círculos más necesitados en la periferia citadina o de un pueblo alejado del interior en donde el alcance de esos temas es nulo y los problemas son otros. De allí entonces continúan trabajando para seguir asegurando votos y el apoyo en sus circuitos electorales.

Es el efecto del bumerang sociocultural. Como sociedad, cada gobierno en su tiempo ha afectado y descuidado gravemente el proceso educativo en las últimas décadas. Los colegios oficiales se apoyan en programas educativos de poca calidad y a estas alturas no hacemos nada por corregirlo. Estos candidatos salen de ese círculo sociocultural y de ese sistema educativo vil y maligno en donde la supervivencia se da sobre la base del más desvergonzado en un ambiente de juega vivo.

Los mejores educados de nuestras comunidades, los que respetan los límites y las leyes; los que cuidan su nombre y apellido, no quieren participar. No tienen las ‘espuelas' para enfrentarse a candidatos que ven cualquier acto, por vergonzoso que sea, como válido para ganar los favores de una comunidad sabiendo que a la hora de la hora se convierten en votos.

Con ese alejamiento de los sectores mejor preparados de cada comunidad (algo así como que ‘‘tiramos la toalla”) le hemos dejado la cancha abierta a los más populares, pero menos competentes… porque la democracia es así; y así lo requiere. No le pone límites ni le exige mayores virtudes o capacidades al participante. Cuando acá se paran en su curul, prenden el micrófono y abren la boca, a ellos no les importa qué sale; ni vergüenza les da y nosotros nos damos el lujo de asombrarnos.

Para pelear poder y espacios debemos hacerlo con líderes respetables y bien educados. Este nuevo ‘escándalo' es el efecto de un pobre sistema político; pero ante todo, de un perverso sistema educativo. Los partidos políticos también han sido negligentes y descuidados en su responsabilidad de formación sociopolítica y cultural. No son individuos con formación ideológica y que valoren el servicio público. La democracia real está en peligro y será difícil de alcanzar si no respetamos a nuestros representantes y si ellos no nos consideran a nosotros mostrando atención y obediencia por los recursos de todos y el oficio legislativo.

COMUNICADOR SOCIAL.

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