• 18/05/2017 02:01

Continuamos el compromiso por el sector agropecuario

Por más dólares que tengamos, si no quieren vender, no le podemos comprar.

Por esos caprichos del destino he reasumido un mayor compromiso con el sector agropecuario, al que siempre he estado vinculado en el aprendizaje permanente de los productores, de mis compañeros de jornada laboral y contribuyendo en la medida de mis posibilidades, a una de las actividades más nobles del hombre sobre la tierra: la producción de alimentos.

Recientemente, adquirí la enorme responsabilidad histórica, en medio de la más profunda crisis sociopolítica y agropecuaria del país, de dirigir, por tercera vez, un gremio que aglutina a un número plural de técnicos del sector agropecuario, en este caso los ingenieros agrónomos de Panamá.

Por supuesto que sabíamos y conocíamos, al igual que teníamos plena conciencia, de la misión casi titánica que íbamos a enfrentar para sentar las bases de fortalecer al gremio internamente desmotivado y casi funcionando por inercia, a una velocidad constante mínima de manera descendente y a lo externo, por tener una mayor proyección de nuestra labor.

Al mismo tiempo intentar los primeros pasos con otras fuerzas sociales para rescatar y paulatinamente recuperar lo que otrora fue un importante aporte y consolidación en el campo productivo, al PIB (producto interno bruto) en la economía nacional: el sector primario, el que produce la comida a los que vivimos en este terruño y garantizar la seguridad alimentaria.

Considero que cualquier esfuerzo en la dirección correcta, sin demagogia, de apoyar y colaborar para contribuir en levantar nuestro sector alicaído y angustiado, es bienvenido. A pesar de ello, como toda actividad humana, hay diversos escenarios y existe una dinámica social, lo que implica que constantemente se tienen que realizar análisis y evaluaciones de coyuntura de los diferentes entornos.

Creo oportuno señalar, no obstante, que ya existen numerosos estudios, diagnósticos, planes, proyectos, opiniones que pueden ser modificados o adaptados a la realidad en el corto, mediano y largo plazo.

Sobre esta situación es imperioso definir, establecer y articular lo que otras voces más autorizadas han expresado, un plan nacional del sector agropecuario que trascienda varias administraciones gubernamentales, sin egoísmos, mezquindad o mediocridad.

Corresponde a todas las generaciones de panameños continuar aportando conocimientos, ideas para enrumbar el sector agroalimentario y rural, por mejores días, independientemente de la conformación geomorfológica del istmo, del destino manifiesto de nuestra posición geográfica, país transitista, de banca, servicios, comercio, desde las Ferias de Portobelo, hasta nuestros días de hub logístico y servicios multimodales.

No podemos, bajo ninguna circunstancia ni subterfugio económico, depender única y exclusivamente de las importaciones de alimentos ni inundar o ‘dompear' productos foráneos, y esto no es ser chauvinistas, sino que hay que estimular e incentivar la producción nacional.

Nada más pensar que aquellos países que exportan sus excedentes, en cualquier momento, para asegurar su abastecimiento interno, determinan primero su consumo, restringiendo su venta y si ‘sobra' algún volumen, que pudiera ser de mala calidad, lo exportarían si lo creen conveniente. Por más dólares que tengamos, si no quieren vender, no le podemos comprar.

El sector primario de la economía nacional tiene que ir recuperándose paulatinamente, por las repercusiones políticas y sociales que acarrea para el país, de continuar en la misma actitud de postración en que se encuentra. Es nuestra obligación y deber. No existen muchas opciones o alternativas.

Solo el compromiso de salvar el sector agropecuario o el peligro de la desaparición.

Los gobernantes actúen.

*EL AUTOR ES INGENIERO AGRÓNOMO Y PRESIDENTE NACIONAL DEL COLEGIO DE INGENIEROS AGRÓNOMOS DE PANAMÁ (CINAP).

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