• 09/02/2018 01:00

Mi bello Panamá

Quiero referirme a algunas actividades muy positivas que también se desarrollaron en el mes de enero 

Hace algún tiempo no escribía artículos de opinión. Hoy, me siento inspirado por muchas cosas buenas que veo en mi bello país, y que superan con creces aquella imagen pesimista que percibimos en los medios de comunicación de nuestro terruño.

En enero se realizó una gran manifestación en contra de la ‘corrupción' y la impunidad de aquellos que han obtenido dinero del Estado sin poder justificar su procedencia. La inmensa mayoría de los ciudadanos honestos estamos en contra de dicha corrupción.

No obstante, y a pesar de ser necesaria la presión popular para combatir dicho cáncer, no podemos asfixiarnos en un solo tema, y dejar de lado las cosas positivas que también encontramos en nuestro país.

Quiero referirme a algunas actividades muy positivas que también se desarrollaron en el mes de enero. La primera fue la gala de cierre de año de la Academia de Ballet Raisa Gutiérrez, celebrada el 20 de enero en Atlapa. Por primera vez asistí a un espectáculo de esta academia, y quedé deslumbrado por la participación de más de veinte grupos de diferentes edades, y que iniciaban aproximadamente a los tres años. Un espectáculo de tres horas, donde, desde principiantes hasta bailarinas de varios años de práctica, demostraron su pericia y destrezas. Eso también es hacer patria y arte.

También durante este mes se realizó una versión más del Festival de Jazz que dirige el maestro Danilo Pérez. El mismo ha adquirido connotación internacional, y se realiza en el mejor lugar de las ciencias y artes: la Ciudad del Saber. La contribución a la música y a cultura del maestro Danilo Pérez es realmente digna de elogio. Ello también es hacer patria.

El Desfile de las Mil Polleras, que ya son miles, es otro espectáculo folklórico digno de encomio y muestra una de las cosas más bellas de nuestra cultura. La participación masiva de panameños y también extranjeros en un reafirmar del amor por nuestras tradiciones. Eso también es hacer patria.

Existen otros acontecimientos dignos de elogio que pudiéramos mencionar.

En síntesis, Panamá no solo es política. También tenemos que participar de la elocuencia deportiva que a nivel profesional, amateur e inclusive de discapacidad realizan nuestros atletas panameños. La cultura, el arte, la religiosidad y otras muchas actividades forman parte de nuestra agenda de panameños. No debemos sentirnos frustrados por las desavenencias políticas que al fin son pasajeras; y de esos problemas debemos sacar oportunidades de enmienda. Hay que ver el bosque que es Panamá, y no solo el tronco podrido que nos perturba.

Como cristiano, solo quiero recordar lo señalado en Eclesiastés 3: ‘No hay valores absolutos'. Y agrego, que en esta vida hay tiempo para todo.

DOCENTE UNIVERSITARIO JUBILADO.

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