• 28/04/2018 02:05

Quien no se adapta, se queda cojeando hacia el futuro

Las nuevas tecnologías requieren un cambio en nuestro pensamiento

La tecnología parece avanzar por segundo. Cada día emergen nuevos anuncios de avances en las telecomunicaciones, en la inteligencia artificial y en los robots que prometen mejorar nuestras vidas y las de nuestros hijos, y al igual que en la cueva de Platón, solo percibimos las sombras de lo que viene: las cirugías remotas son una realidad y ya se está trabajando en un Hyperloop que promete acortar el tiempo y las distancias entre ciudades de una manera inimaginable. Pero, aunque soñamos con estos avances, lo que no pensamos es en que para que ese futuro se dé, también hay que cambiar a lo interno.

Las nuevas tecnologías requieren un cambio en nuestro pensamiento. Adoptándolas podemos avanzar siendo parte del proceso de innovación y así continuar mejorando nuestro entorno. Pero cambiar no es fácil. Nunca lo ha sido. Durante la revolución industrial surgió un grupo llamado los Luditas que quemaron máquinas y fábricas en protesta por la pérdida de sus trabajos. De acuerdo a ellos, la manufactura textil reducía los empleos y los salarios, mientras que limitaba su horario a 14 horas al día— no se podía competir. Al final, el movimiento no resistió y se quedaron atrás ante los avances de la sociedad.

Hoy día, Uber, Amazon, E-Bay, Expedia, Orbitz y AirBnB son plataformas dentro de las nuevas tecnologías que mejoran nuestras vidas cotidianas, al igual que lo hicieron las primeras máquinas de tejer. Sin embargo, en Panamá en vez de impulsarlas para generar innovación, lo que hacemos es limitarlas. Casi que obstruirlas. Esto es igual a lo que hacían los Luditas, una medida proteccionista a la que tantos aquí dicen oponerse y en vez de ayudar, lo que hace es destruir el capital humano —es igual a un subsidio para mantener el pasado—. Hace mucho tiempo se impulsó la idea de sustituir las importaciones de los países por productos locales. Esta idea justificó un aumento en la producción local de empresas gubernamentales ineficientes en el nombre del nacionalismo y la creación de empleos. Al final, hubo que privatizar y fue el fin de esos esfuerzos.

Es importante que abramos la mente al cambio. Van a venir otras tecnologías que también van a afectar a otros sectores. No podemos estar limitando los avances, como neoluditas, tratando de cuidar empleos a través de la regulación y el bloqueo a la tecnología. Es más, a nadie le conviene que lo protejan de los cambios tecnológicos debido a que eso solo lo cuida por un tiempo, mientras que otros procesos emerjan y se elimine su puesto de trabajo. En este sentido, el Gobierno debe regular, pero no limitar las nuevas tecnologías. Es un tipo de populismo de los Gobiernos el proteger a los taxistas de tecnologías de movilidad colaborativa y a los hoteles protegerlos contra plataformas que facilitan la acomodación de turistas según sus necesidades, sin tomar nota que hacen más daño al consumidor que a las compañías. Limitando u obstruyendo estas tecnologías, no le están haciendo un favor a lo tradicional, sino que los están haciendo anclarse al pasado. Pero, como se vio con los Luditas, el que no se adapta, se queda atrás.

ECONOMISTA

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