• 10/06/2018 02:01

‘Esto no tiene nombre'

Los diputados de la Asamblea Nacional nos avergüenzan a diario, y no deja de sorprendernos su desparpajo en dilapidar los dineros del Estado

Escuchamos con frecuencia la expresión ‘esto no tiene nombre'. Recientemente la han incorporado en la promoción de una película de un realizador panameño en torno a la Copa Mundial de Fútbol, en la que uno de los protagonistas la usa para referirse al frío que se sufre en el país más grande del mundo. La escritora Piedad Bonnett, colombiana, que estuvo el año pasado en la Feria del Libro de Panamá, tiene un libro titulado ‘Lo que no tiene nombre', en el que relata el suicidio de su hijo y cómo enfrentar ese duelo desde la unión familiar.

Pero lo que estamos viendo en nuestro país recientemente, las pugnas entre el Ejecutivo y el Legislativo, entre la Contraloría y el Legislativo y la intervención nefasta del Órgano Judicial, NO TIENE NOMBRE.

A estas alturas de la fallida, deplorable e irresponsable gestión del presidente Varela, el tinglado que se han montado con las benditas planillas que manejan los diputados y, después de cuatro años de que el contralor se ha hecho ‘el loco', el tema del momento –aparte del fútbol— es el áudito forense que el jefe de la Contraloría ha ordenado a estas planillas. Cabe preguntar: ¿por qué ahora y (por qué) no lo hizo antes?, ¿por qué solo unas planillas y no todas?, ¿por qué solo a unos diputados y no a todos?

Los diputados de la Asamblea Nacional nos avergüenzan a diario, y no deja de sorprendernos su desparpajo en dilapidar los dineros del Estado. Manejan planillas que ni que fueran a cambiar el país y de algunos, que tienen años en ese Órgano Legislativo, no se les conoce ninguna ley que valga la pena destacar. Tienen choferes, secretarias, asesores, franquicias telefónicas, exoneraciones en los automóviles que revenden a diestra y siniestra, promotores circuitales, en fin, un ejército que lo único que hacen es ir a cobrar sus cheques, porque si todos asistieran al lugar de trabajo, no tendrían dónde sentarse.

Un diputado si acaso necesita cinco o seis personas para hacer una buena gestión: un chofer, una secretaria, uno o dos asesores, un experto en comunicación o logógrafo (para que no cometan los terribles errores de gramática y conjunción elemental de los verbos que alegremente dicen en los medios) que además lo asesore en la forma de proyectar su imagen y a estructurar su discurso político, y algún otro profesional que le ayude en su gestión. Los demás son pinches promotores de una campaña de reelección en el circuito al que pertenecen. Pareciera que apenas son electos emplean su gestión en cómo reelegirse. La resolución de los problemas de los circuitos es responsabilidad del representante de corregimiento. El diputado está para hacer leyes, de allí que sean parte del Órgano Legislativo, o sea, el que legisla.

Esas partidas, que ahora el contralor, en un acto de desesperación, quiere auditar y al que los diputados le han declarado la guerra –y de muy mala manera— no es otra cosa que los caramelitos que el Ejecutivo les da a los diputados para tenerlos mansitos y comiendo de su mano. Como se salieron del tiesto, rechazando a las magistradas propuestas por el presidente en enero, se les acabó el amor a los varelistas con el resto de los diputados, amor que llegó a financiar la campaña del hoy secretario general del PRD, porque no les convenía que ganara su contendiente.

En vísperas de la inauguración del campeonato mundial de fútbol, y sin todavía haber nombrado a los dos magistrados que debieron haber entrado a reemplazar a los que ya se les venció el término, y con la urgencia del Ministerio de Economía y Finanzas de conseguir una dispensa para aumentar el déficit fiscal y obtener 300 millones de dólares, el presidente agarrará vuelo para no perderse los partidos de la selección panameña en Rusia.

Junio es el mes de los matraqueos y de las componendas para ver quién presidirá la Asamblea Nacional cuando vuelva a sesionar a partir del 1º. de julio. ¿Nuestro país puede permitirse tener 71 diputados inoperantes, que a su vez nos cuestan cientos de millones de dólares en planillas? ¿Y que encima laboran solamente seis meses al año, porque el resto del tiempo están en receso, cobrando eso sí, para seguir matraqueando? En esta crisis de institucionalidad en la que estamos sumergidos, no se salva nadie. Y el país en pausa.

Cerrando esta columna se dio a conocer la noticia de la extradición de Martinelli a Panamá. Tal como lo anticipé en mi columna anterior, ese hecho le aguará la fiesta futbolística que pretende llevar a cabo el presidente. Definitivamente que esto no tiene nombre, pero dará mucho de qué hablar en los próximos días.

ARQUITECTA Y EX MINISTRA DE ESTADO.

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