• 30/06/2018 02:03

¿El Canal para el país o el país para el Canal?

Hace un tiempo tuve un agradable encuentro con un exalumno de la Facultad de Medicina que me recordaba algunas ideas que discutíamos en clases

Hace un tiempo tuve un agradable encuentro con un exalumno de la Facultad de Medicina que me recordaba algunas ideas que discutíamos en clases y que, según me dijo, sellaron su pensamiento ciudadano. Una en particular es la de si el país estaba en función del Canal o si nuestro Canal estaba en función de las necesidades de la población panameña.

En efecto, este joven médico nos advertía del hecho de que hoy parecía ponerse en evidencia aquello que era objeto de argumentaciones acaloradas en las aulas de nuestra Facultad, tal es, que en diversos medios y foros el administrador del Canal de Panamá ha venido afirmado que tras las operaciones del tercer juego de esclusas, se evalúan las alternativas de utilizar el río Bayano para ayudar a abastecer de agua a la población que reside en el sector este de la provincia de Panamá o utilizar cuerpos de agua de la cuenca del río Indio que nace en la provincia de Coclé y cubre parte de la costa abajo de Colón y del norte de Capira, para hacer un ‘reservorio multipropósito' que aportaría agua al lago Gatún a través de un túnel.

En este sentido, el señor Quijano ha planteado como necesidad imperiosa la creación de una nueva fuente de agua, debido a ‘la presión que le ha puesto el consumo de agua de la población' a estos dos lagos que son requeridos para las operaciones del Canal.

En apariencia está planteada una contradicción, prácticamente un dilema, entre el uso de agua para satisfacer las operaciones del Canal y el agua para el consumo doméstico de la población y actividades económicas (agrarias, industriales, comerciales y servicios) imperantes en la región metropolitana, entendiendo por esta no solo el área de Panamá y San Miguelito, sino a los distritos de Chepo, Arraiján, La Chorrera, Capira y Colón con su costa abajo.

Sin duda, esto genera temores y suspicacias entre los moradores y productores de estas zonas, especialmente de los de la cuenca del río Indio. Esto equivale a decir, salvo fórmula ingenieril novedosa, que cabe esperar que ocurran inundaciones de algunas comunidades y por tanto desplazamientos, al estilo de lo que se prevé en las operaciones de las mineras de cobre y oro en la costa abajo de Colón. Con esto, ya hay doble fuente de estresamiento perfectamente entendible de estas poblaciones.

En perspectiva, se introducen otras interrogantes, por ejemplo: ¿Si para satisfacer la demanda creciente de operaciones del Canal se depende del agua y si el volumen requerido va a estar en entredicho por el aumento de la población metropolitana, al cabo de un tiempo no volverá a tener que inundar más territorios para aumentar sus fuentes de agua? ¿Qué será del patrimonio económico y cultural de todos esos poblados? Desde esa mirada, la ACP encontrará fuertes objeciones de los pobladores.

Ahora bien, lo llamativo en los planteamientos de la administración de la ACP es que no propone —ni nunca lo ha hecho antes categóricamente— la búsqueda de opciones por el otro lado de la contradicción, esto es, evaluando alternativas para al menos atenuar las tendencias que llevan al crecimiento irracional de la población metropolitana, como quien está resignado a ella.

Todo apunta a que es más fácil optar por las soluciones que afecten a la gente pobre o no potentada del país que a aquello que afectaría a los grupos de poder económico que operan en el istmo. Por ejemplo, toda solución tiene que examinar las condiciones y causas que generan el problema. En este caso, el problema es esa persistente inmigración desde el campo hacia la zona de tránsito y sus alrededores periurbanos, ¿y cuáles son las causas? Las mismas tienen que ver con el abandono programado del campo y las actividades agrarias de los grupos que se han turnado el Gobierno desde el expresidente Ardito Barletta hasta el actual, en función de la puesta en prioridad de los intereses de los que ganan pecuniariamente con las actividades en esta región.

Si no se evalúan las soluciones de ambos aspectos de la contradicción planteada por el señor Quijano, seguiremos viendo que tenemos un país para el Canal —especialmente los que sacan provecho de este— y no un Canal para el país. Las autoridades tienen la última palabra.

SOCIÓLOGO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus