• 29/01/2019 01:00

Reflexiones sobre la JMJ

‘[...] el papa Francisco se ha llevado [...] nuestros mejores regalos: sonrisas y abrazos, tanto de los peregrinos [...] como del pueblo panameño [...]'

Ya hemos regresado a la normalidad. Eso es lo que esperaban muchos por diferentes razones. Lo que hemos tenido en nuestro país en estos cinco días es irrepetible, significativo para algunos e indiferente para otros que han visto que el Santo Padre, Obispo de Roma, ha hecho un revuelo haciendo que sus ovejas sigan al pastor, a la vez inspirando a otros a que vean la luz, siguiendo el mito de las cavernas.

En ese orden de ideas, las personas se han volcado a las calles para verlo pasar en su recorrido por la ciudad, hecho que ha alegrado al papa Francisco, aunque los motivos han sido diversos, quizás para cumplir con este evento, o por simple taquilla, y por ende, nadie se lo ha querido perder.

Durante estos días hemos escuchado felicitaciones para los organizadores de este encuentro y a la vez al pueblo panameño. Las críticas no han faltado: cierre de calles, no pudieron ver al papa o saludarlo, o asistir a la Catedral o a otros actos, como esperaban tal como se anunció, aunque no debemos olvidar que los jóvenes eran los invitados y protagonistas especiales.

Y nos preguntamos, luego de estos cinco días, ¿qué nos ha quedado del encuentro de la JMJ, como capital de la juventud? Un emotivo e inolvidable recuerdo de la visita del papa Francisco, muchos mensajes de confraternidad, de fe, paz, esperanza y amor para los fieles católicos, sacerdotes y a todas las personas, y una invitación a los jóvenes a ser ‘influencer' como la Virgen María, a no tener miedo, a vivir con alegría. Durante el encuentro con autoridades, diplomáticos y representantes de la sociedad, señaló que ‘el servicio público es sinónimo de honestidad y justicia y antónimo de cualquier forma de corrupción'.

Por su parte, el papa Francisco se ha llevado de este encuentro nuestros mejores regalos: sonrisas y abrazos, tanto de los peregrinos del mundo como del pueblo panameño y el reto y la esperanza de la juventud de seguir caminando con Cristo ‘para que la fe no se congele'. Además, de lo anterior, un agradecimiento del pueblo panameño que acogió a miles de peregrinos, reafirmando que somos un ‘país que cohabitan las confesiones religiosas en armonía y paz', y que como indicó, ‘somos más que un canal que une mares, sino también canal donde el sueño de dios siga encontrando cauces para crecer, multiplicarse e irradiarse en todos los rincones de la tierra'.

Finalmente, para los católicos hay una exigencia de seguir alimentando nuestra fe y de dar testimonio de ella a nuestros hijos, ahijados, amigos y a la familia, pues no se consigue con un ‘like', de ahí que debamos evitar dejarnos seducir por superfluos bautizos y confirmaciones, y por el contrario asumir esos compromisos como verdaderos cristianos. No seamos por ende, católicos vacíos ni personas extremadamente hipócritas, y construyamos e irradiemos la alegría de vivir la fe de Dios, aunque sabemos que en ese caminar el asunto no es fácil.

CATEDRÁTICA DE DERECHO PENAL, UP.

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