• 04/10/2019 12:50

Un grito en el vacío

He reiniciado la aventura de escribir literatura periodística. Lo haré en “La Decana”. Escribir es y siempre será una experiencia emocionante.

He reiniciado la aventura de escribir literatura periodística. Lo haré en “La Decana”. Escribir es y siempre será una experiencia emocionante. Hasta hace dos años era lo que hacía en un plegable mensual llamado “Temas de nuestra América” que circuló, como publicación alternativa, ininterrumpidamente, hasta mi retiro definitivo de la Universidad de Panamá. Duró lo que duró: 35 años. Los medios audiovisuales y las redes sociales lo aplastaron. Nadie se dio por aludido. De pronto se desvaneció como un grito en el vacío.

No escribiré largo. Rindo culto a la brevedad. El Twitter ha impuesto la moda. En mi caso el laconismo no es nuevo, aprendí de mis maestros que el titular de un periódico debe contener, en sí, toda la noticia.

Reconozcámoslo, la información es cada vez menos “noticia”. No se la busca, llega, está al alcance de las manos, fluye a través de muchos formatos, es instantánea como café soluble en las redes y en los cada vez más sofisticados medios audiovisuales.

Es ilusorio pretender que el papel impreso compita con dispositivos electrónicos y digitales, tecnología satelital, servidores y motores de búsqueda como Google. Semejantes recursos avasallan a quienes aprendimos a escribir a mano limpia, con tinta o con las “Bic” que no fallaban un trazo, o con teclados de níquel y aluminio en armatostes de hierro colado.

Obviamente la competencia es desleal. La distancia tecnológica es comparable a la que hay entre la piedra que dio soporte al Código de Hammurabi 1690 años antes del nacimiento de Cristo y la imprenta de tipos modernizada [no inventada] por Gutenberg en 1450, es decir, 2630 años después.

Sobrevivir en este escenario de gran desarrollo científico-tecnológico es un reto para la palabra impresa en papel, pero hay que aprovechar la zaga de los espacios que aún quedan, disfrutar la inflexión generacional, despedirse dando la batalla alegremente, acogerse a la sensación del viajero que se traslada al futuro en una cápsula del tiempo.

En fin, los ciudadanos de esta Era estamos envueltos en una atmósfera informativa, pero confusa, acrítica, amoral-inmoral. Corremos el peligro de ganar en cantidad y perder en calidad. Somos cada vez más parte de la montonera, robots, títeres manipulados a escala global.

El rol de la prensa [decir “escrita” es redundancia] será buscar en el menú de opciones. Evitar navegar en la superficie de los temas. En ese mar navegan las redes sociales con mucha eficacia. La cuestión ahora será enfrentar la incertidumbre con inteligencia, indagar la complejidad, cabalgar en la cresta del caos, poner en el lugar que le corresponde las inherencias de las coyunturas, darle a la duda el espacio que merece para encontrar verdades encubiertas. No ir al fondo, sino al trasfondo que de las noticias es lo más hondo. Hacer ciencia.

De todos los modos habrá valores agregados, la sustitución del papel por nuevos soportes teóricamente disminuirá la tala de árboles, una de las propuestas ecológica más importantes para salvar la vida en el planeta. ¿Estamos? PRO

Escritor y periodista.
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