• 05/10/2019 11:38

A la chilena, apuntes del Plebiscito de 1988

Así podría llamarse la agenda de tránsito institucional que el país del fin del mundo realizó el 5 de octubre de 1988

Así podría llamarse la agenda de tránsito institucional que el país del fin del mundo realizó el 5 de octubre de 1988, cuando una abrumadora mayoría dijo ‘NO' a la opción de que Pinochet continuara en el poder por ocho años más. Recordemos que la dictadura militar duró 17 años en Chile y que su camino hacia la democracia lo hizo a través de las urnas, con un plebiscito y luego elecciones libres, el 11 de marzo de 1990, que llevaron a Patricio Aylwin a la Presidencia; convirtiendo esta transición en un caso de estudio.

Justo para finales de los 1980, Panamá vivía la peor parte de su propio régimen militar, con una oposición a dos brazos, compuesta por los partidos políticos y por la Cruzada Civilista Nacional que presionaban en las calles por una salida democrática.

Muchos fueron los héroes del plebiscito chileno de 1988. Uno especialmente simbólico y con una extendida relación con Panamá: Ricardo Lagos, quien emplazó a Pinochet con su dedo acusador en plena televisión abierta, cuando el general decidió ser él mismo el candidato del ‘SÍ'. Con ese dedo Lagos reivindicó a millones de chilenos que desde sus casas veían cómo el dirigente ‘sacaba a Pinochet al pizarrón', desnudando su ambición de poder y contradicciones.

En lo que a Lagos toca, no solo ha mantenido su relación con Panamá (dos visitas en los últimos tres años), sino que la historia le tenía deparado su lugar como ministro dos veces, presidente de la República y estadista de talla mundial, reconocido fuera de sus fronteras.

Abordar las similitudes y diferencias de cómo se construyó el camino de retorno a la democracia en ambos países, cuyos momentos de climax fueron muy distintos, merecería mucho más que estas cortas líneas. Empero, lo que sí se presenta oportuno es poner en perspectiva una fecha histórica para Chile y Latinoamérica, reflexionando sobre que los panameños fueron también a las urnas en mayo de 1989, convencidos de que una salida democrática era la mejor opción (el triunfo de Guillermo Endara Galimany fue anulado por el régimen de Noriega y el resto es historia).

Vale entonces la pena preguntarse al menos dos cosas: cuáles fueron las causas del éxito de la transición chilena y, en contexto comparado, si hay ciertos aprendizajes que podrían contrastarse con otros países y sus propias realidades políticas.

Sería injusto adjudicar el activo de la transición solo a las fuerzas políticas opositoras a la dictadura. Ellas por cierto padecieron los rigores de esta y tienen un mérito principal en lo que fue la reconstrucción del tejido democrático. Sin embargo, vinieron luego acuerdos fundamentales que recrearon un cierto pacto social que permitió consensuar reformas constitucionales y políticas públicas de largo plazo. En ese empeño hubo dirigentes que, incluso habiendo apoyado en algún momento el interregno militar, comprendieron que el país entraba en una nueva fase de entendimiento.

¿Hay un correlato de esto en Latinoamérica? La verdad es que en las postrimerías de los 1980 muchos países en la región, incluyendo Panamá, transitaban de Gobiernos militares a democracias. Muchas similitudes en las crisis, pero no siempre en la forma de afrontarlas. Una invitación de este artículo sería a revisitar esos momentos ya convertidos en historia y, con las perspectivas que da el tiempo transcurrido, obtener experiencias y aportes a la vida democrática de nuestros países en la actualidad.

La icónica votación chilena del 5 de octubre, cuyas efemérides recordamos, nos entrega una interesante perspectiva de que el costo transaccional de un pacto político inmediato siempre será menor que el impacto a largo plazo de un buen acuerdo y que la clave para un modelo de crecimiento sustentable y abierto al mundo no está solo en la economía o buenas tasas de crecimiento, sino en la densidad social e institucional que exhiban los Gobiernos.

Sin lugar a dudas, estos 30 años del Plebiscito no solo evocan la derrota pacífica del dictador, sino también un estilo de dar gobernabilidad y prestigio a un país... a la chilena.

EDUARDO ANTONIO QUIRÓS B. ES ABOGADO Y PRESIDENTE DEL GRUPO EDITORIAL EL SIGLO — LA ESTRELLA DE PANAMÁ, GESE; FRANCISCO CRUZ FUENZALIDA ES ABOGADO Y EXEMBAJADOR.

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