• 26/10/2019 00:00

El hechizo de Florencia

“Julio Murillo Llerda, [...], confronta con osadía el arte de la impostura en la extraordinaria novela “Las puertas del Paraíso”. [...] teje con hilos de seda una hermosa prosa metafórica”

La espiral de odios acumulados, desata un torbellino de violentos crímenes en la Florencia renacentista del siglo XV, la ciudad es un áureo arquetipo de inefable perfección y belleza; a los florentinos solo les mueve el afán de lucir espléndidos en la indumentaria y por demostrar una elaborada sagacidad en el discurso, la riqueza es su obsesión.

Julio Murillo Llerda, en diálogo de símbolos, confronta con osadía el arte de la impostura en la extraordinaria novela “Las puertas del Paraíso”.

El autor español teje con hilos de seda una hermosa prosa metafórica. Julio Murillo resalta el uso del lenguaje añejo, el cual nos sitúa con puntualidad cervantina en el entorno de la emblemática ciudad de las artes y de los turbios negocios. Florencia en esa época es el Wall Street del mundo europeo con más de 40 bancos y entidades financieras.

Las intrigas, la codicia y la carencia de escrúpulos, hacen del lector un protagonista de una compleja trama de vileza y ruindad, encaminada a controlar el monopolio de la lana y del alumbre. La sangre reclama sangre, en un cruel ajuste de cuentas con deudas que se eternizan entre los enemigos de siempre. El control de los negocios genera poder y ambiciones en un huracán de pasiones violentas. La venganza libera viejos demonios en un drama terrible teñido con el color de la infamia.

Julio Murillo Llerda, a la par de esas imágenes de usura y de inquina, enamora con el imaginario creativo de los artistas del Renacimiento, como la famosa cúpula del Duomo, diseñada por Brunelleschi, y sobre todo con el goce intelectual que disfrutamos al participar de los coloquios de los argonautas del pensamiento filosófico, en ese viaje sin coordenadas hacia el silencio personal y reflexivo.

Los hijos de la luz, como Nikos Pagadakis, Bernard de Villiers y Renato de Anjou, comparten con Marsilio Finicio, disquisiciones impactantes sobre la muerte y los misterios de Eleusis. Llerda cautiva al lector con los ojos asombrados de Platón a plena luz del sol y fuera de su lóbrega caverna. Los diálogos exultantes, abordan las ilusiones y absurdas realidades de un acontecer pleno de dudas. Los protagonistas procuran develar los enigmas de Hermes Trismegisto y del Mysterium Magnum. El lector vive los sortilegios de la Grecia clásica con las míticas imágenes de un pasado siempre actual.

Julio Murillo Llerda nos demuestra con su mágico texto que el tiempo de la literatura es siempre presente, pues cada lector es un libro vivo, pues con él renacen los personajes, dramas y sueños que sustentan el devenir de la humanidad.

Las puertas del Paraíso emocionan con fascinantes descripciones del paisaje natural y urbano, como el sublime idilio del Arno con Florencia, así también con el relato de sus costumbres y juegos.

Los perfiles de los personajes son magistrales, en especial el de El Médicis Cósimo il Vecchio, el Pater Patrie. El banquero, inmensamente rico, es un hombre pragmático, mecena de los mejores artistas y sin duda un ícono del Renacimiento, el típico sepulcro blanqueado. El fariseo radiante en el exterior y sin piedad en su interior, es el usurero por excelencia.

Los contrapuntos de los protagonistas le dan un extraño fulgor a una composición literaria excepcional por su depurado estilo. La lectura impacta por las paradojas. La fluidez del ritmo seduce y la ansiedad es intensa ante el suspenso de vértigo de una saga de crímenes, traiciones y conjuras que, sin quererlo, te involucran en un infierno de remordimientos.

Las puertas del Paraíso te imprimen una huella en el alma, los distintos temas se entrelazan como ocurre con los tiempos simultáneos desarrollados por Cervantes, Borges y Vargas Llosa.

La experiencia de Bernardo Villiers en el Ospedale, con esos niños que nos devuelven la capacidad de soñar; el humorista relato de Nezetta, el trágico desenlace de Fiametta, la melancolía de Magdalena, el amor de Stella, son relatos inolvidables, así como los muchos y variados pasajes de un diseño literario que recomiendo a los escritores noveles, pues Julio Murillo Llerda confirma que la literatura nunca se improvisa, ya que es el fruto de muchas lecturas, estudios e investigaciones. El final es de un suspenso laberíntico, te asfixia ante imágenes alucinantes y grotescas.

Las puertas del Paraíso es una de las mejores novelas que he leído en mis 84 años. Et in Arcadia ego, me sentí como Don Quijote en su mítica Arcadia o en el paraíso de la vieja Hélade. Julio Murillo Llerda deleita con sus diálogos crípticos. La obra es contestataria por su ironía quijotesca.

El Corpus hermeticum de un escritor-escritor es una guía para hacer de la literatura un océano de infinitas posibilidades creativas, el esquema conceptual enriquece la trama con un ideario de trascendencia:

Incluso los grandes hombres se equivocan.

Los hilos del poder se mueven desde los andamios del teatro, nunca declamando sobre la escena.

Los fantasmas nunca duermen.

Los fariseos llevan en una mano el pecado y en la otra la dádiva.

El brillo del oro pervierte a los hombres.

Solo cuando el espíritu está afinado llegan las palabras que lo encienden.

Se materializa el espíritu, se espiritualiza la materia.

Los buenos maestros son como antorchas en la noche.

Para los que aman, el tiempo es eternidad.

Los libros son los tesoros que la memoria no puede permitirse olvidar.

En toda época germina la semilla de lo que florecerá a continuación.

La muerte es el olvido.

La muerte nos regala la certeza de lo efímero, de lo frágil, de lo perecedero. Ante su presencia todo pierde sentido: el odio, la avaricia, la envidia, la maledicencia.

La mayor de las veces, la verdad se oculta tras lo evidente.

El amor no retiene a los amantes.

Sin la mística del pasado no somos nada.

El asombro es el motor de la búsqueda.

El azar no existe. Nada ocurre por casualidad.

No hay cambio sin sufrimiento.

Toda la Creación es una inmensa basílica, hecha sin manos.

Referencia bibliográfica: Murillo Llerda, Julio. Las puertas del Paraíso / Madrid: Ediciones Martínez Roca, 2006.

Docente, historiador y escritor.
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