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- 22/09/2008 02:00
Igualito que en 1968...
Tras el Tratado Clayton Bulwer de 1856, a Panamá se le entiende como una “soberanía dependiente” de la política de EEUU. Dicha actitud se consagró en el Tratado Hay - Bunau Varilla, así como en la Constitución que lo desarrolló en 1904. El Tratado Torrijos-Carter —el que sí firmó un panameño— actualizó esta subordinación mental, cuyo firmante inmortalizó como colocándonos “bajo el paraguas del Pentágono”. Ahora que está lloviendo, Washington abre ese paraguas.
Con o sin razón, en una lucha global antidroga en la que nadie puede negar su colaboración, el Pentágono prefiere que no sea rubia ni de ojos azules la carne de cañón de lo que sea que pretende hacer en un Darién que el PRD abandonó a las FARC —lo dice inconstitucionalmente el Decreto-ley No. 8, por imponer a una Asamblea controlada por los golpistas de 1968—. Torrijos II ha dictado decretos-reales que contradicen el espíritu de una Constitución que la Fuerza Pública está jurada a cumplir y hacer cumplir – igualito que en 1968... Así lee su único cambio a la ley de policía: “Sólo podrán ser nombrados para ejercer este cargo, personas civiles con título universitario o Comisionados o Comisionadas de la Policía Nacional”. NO dice “policía profesional”: condiciona —inconstitucionalmente— al jefe de Estado a un escalafón —igualito que en 1968...
Cabría que leyeran la Gaceta Oficial No. 26.107 de 19 de agosto 2008 el Decreto-Ley No. 5. Les llamará a la atención, porque, pese a que a Juan Pueblo se le quiere hacer ver que ello se contribuye a la seguridad ciudadana, en realidad busca premiar a una alta-oficialidad que fomenta la inseguridad, al no gerenciar bien a 20 mil patriotas sacrificados, por la corrupción de una cúpula con rabo de paja. Pero el problema en sí es real y sí hay que resolverlo. Nuestro micro-ejército actual, destinado ya en frontera —pero que Torrijos II repliega cuando las FARC visitan sin visa su cuartel de invierno—, está tan mal gerenciado, desmoralizado, movilizado en transportes tipo SAN-100, e insuficientemente apertrechado para combatir a narco-guerrilleros con RPGs y sofisticadas armas de guerra, que ya las han usado del lado nuestro del Darién. Hay que recibir asistencia militar para éste propósito patriótico.
Pero cuando desde Washington les llegó el telegrama de que en Panamá la fuerza pública era policía sólo de nombre, ni cortos ni perezosos tales “pundonorosos” se aprovecharon para resucitar el escalafón que encarna ese espíritu de cuerpo ya histórico del militarismo en Panamá. Y ni siquiera fijan un tope para permanecer en el cargo. No es casualidad que ello lo intente el mismo elenco que, a 11 días de instaurado en 1968 un gobierno democrático, faltó a su palabra empeñada, casualmente so pretexto de defender un escalafón similar que ellos privilegiaban por encima de su juramento a la Constitución. Puede que estos decretos-leyes reflejen lo que ahora les dicta EEUU, pero contradice lo que juraron como Constitución aprobada por nuestro propio pueblo.
Quienes comemos 3 veces al día tenemos la obligación de promover un estado de derecho que funcione como debe – y no para fomentar los intereses creados de una cúpula. El que una unidad uniformada arriesgue su vida por sus hermanos está en el más noble espíritu cristiano – no lo vilifiquemos con ésta “agua para su molino”.