El buen trato en casa y una vida sin violencia son algunos mensajes incluidos en las letras de las ‘Chiquicoplas’, una versión de las tradicionales coplas...
- 22/12/2008 01:00
¿Aprendimos del 20 de diciembre?
Cuando aquel 20 de diciembre cayó la dictadura que tanto habíamos combatido algunos, muchas eran las interrogantes que pensábamos despegar con la emergencia de un gobierno electo por el pueblo, algo que no había ocurrido en veintiún años de régimen castrense.
Pretendíamos acabar con la impunidad y las prácticas corruptas del desgobierno militar por vía de una justicia transparente; acabar con que se volvieron inmensamente ricos. Empeñamos nuestra palabra de acabar el nepotismo, el amiguismo y las botellas; la Cosa Pública jamás volvería a ser confundida con la privada de los funcionarios. Resonaban en nuestros pechos los himnos improvisados en las marchas de protesta — “y las casas revertidas se las dan a las queridas” —.
Han pasado diecinueve años desde aquel trágico 20 de diciembre. Nos abocamos a un cuarto proceso electoral, recuperada nuestra democracia. ¿Habremos cumplido nuestras promesas de reconstrucción moral del país? La respuesta no se perfila grata.
De los Magistrados nombrados en una “corte de lujo”, uno terminó ofreciendo fallos, según prueban grabaciones: por razones políticas (arnulfistas) no pudo ser destituido por la Asamblea. No es hasta ahora, con Harley Mitchel al frente de la Corte, que sentimos que algo se hace para depurar el corrupto y venal sistema judicial. Los políticos siguen siendo iguales o peores que los de antes del ’68, como señala Martinelli: “entran limpios y salen millonarios”; las botellas proliferan. Somos pocos los que nos eximimos de esa regla que pareciera generalizarse cada vez más. Con una Asamblea que parece un mal circo; muchos suspiran por aquella previa a la invasión, — la del ‘84 al ’89 — reputada como la mejor. Estuve allí y de frente combatíamos a los militares y a su ventrílocuo el PRD.
En lo de amasar fortunas, los militares son liliputienses frente a los “nuevos” gobernantes: con familiares y amigos potentados cada final de período. Para muestras recientes: el tío Charro, en éste; la casa de Punta Mala en el anterior.
Cada “nuevo” gobierno usa la planilla estatal para pagar favores y arreglar a los suyos. La capacidad y el trabajo parecieran estorbar. Tampoco resultan electos los mejores, sino los que mejor rebuscan los votos (por compra si es preciso) con un Tribunal Electoral cómplice de prácticas tan criticadas de antaño.
Diecinueve años no han servido para darle más seguridad jurídica al país ni para gestar un gobierno para, por y del pueblo. Con un caciquismo revivido y unos partidos políticos cada vez más desgastados, la participación ciudadana prometida parece un sueño de opio.
En lugar de marchar hacia una democracia plena, volamos hacia la anarquía...como aquel caos que llegó con un 20 de diciembre.
-El autor es escritor, abogado y catedrático.gcochez@cableonda.net