• 13/01/2020 00:00

El futuro y la estupidez humana

Por más tonto que pueda parecer el actual ocupante de la Casa Blanca, la posición asumida después de los misiles lazados por Irán a las bases militares de los Estados Unidos en Irak, la semana pasada, llevaron, al parecer, a una relajación del conflicto...

Por el momento parece que la Guerra se ha pospuesto. La guerra visible. La de aviones, drones, tanques, explosivos, miles de soldados, generales actualizándonos en los medios viarias veces al día, violaciones a los derechos humanos que no se reportan y héroes temporales, de esos que los gringos les gusta fabricar, como la soldado Jessica Lynch, que fue presentada ante el mundo como una heroína de guerra que combatió furiosamente para salvar su vida durante la primera guerra de Irak en el 2003.

Fue capturada y retenida por los iraquíes para luego ser liberada por una fuerza especial del ejército de los Estados Unidos. Meses después, Lynch declaró ante el congreso de los Estados Unidos que “jamás había disparado su arma durante la emboscada” desmintiendo todo la narrativa del aparato propagandístico de los Estados Unidos para alimentar el imaginario guerrerista de su población.

Ese tipo de guerra se ha pospuesto, para los que les fascina hablar de armamentos y la más moderna tecnología para matar. Pero tomemos precauciones para que la guerra no visible no nos afecte mucho. La que se lleva a cabo hace mucho tiempo según los expertos: la cibernética. La que ya se ha probado que interfiere en las elecciones de los países.

La que puede desviar un avión y “accidentarlo”, así, entre comillas. La guerra que es capaz de dejarnos sin energía, descontrolar los sistemas de trasporte, apagar nuestra conexión con el mundo, desaparecer nuestra identidad o usurparla para cometer fechorías y muchos otros actos ilegales y temerarios. Ese tipo de guerra continúa desde los centros estratégicos del primer mundo.

Uno de mis autores favoritos, Yuval Noah Harari en el capítulo sobre la guerra en su libro “21 Lecciones para el siglo XXI “, escribió que: “Nunca debemos subestimar la estupidez humana” (Never underestimate human stupidity).

Harari, en una conferencia en el 2018 sobre este tema, agregó que: “Parte de ser humano e inteligente hoy, es reconocer que a veces se necesita mucha gente sabia para hacer las paces…” y, cáusticamente, agrega el autor: solo se necesita “… unos tontos solitarios para poner a los países de rodillas y comenzar una guerra”. (“… and lone “fools” to bring countries to their knees and start a war…”).

Por más tonto que pueda parecer el actual ocupante de la Casa Blanca, la posición asumida después de los misiles lazados por Irán a las bases militares de los Estados Unidos en Irak la semana pasada, llevaron, al parecer, a una relajación del conflicto, recomendado por los “sabios e inteligentes” que tiene a su alrededor el presidente.

Los “tontos” que lo asesoran y apoyan por el temerario camino de la guerra, no parecen tener las herramientas intelectuales para medir las consecuencias que sus actos de bravuconería imperial y supuesta superioridad militar pueden traer. La gula por el petróleo y el control de los recursos de la región los ciega y ensordece ante la posibilidad de calcular esas consecuencias.

Estados Unidos invadió Kuwait en el 2001. La Guerra en Afganistán comenzó con otra invasión ese mismo año y luego invadió Irak en el 2003. En ninguno de esos casos sentí o se percibió un temor tan generalizado por las posibilidades de una guerra como se sintió la semana pasada. Los medios, incluso en los Estados Unidos, no atizaron el entusiasmo ni exaltaron la supuesta superioridad militar.

Hubo mucha preocupación ante las advertencias de retaliación por parte de Irán: cuándo, dónde y particularmente cómo. Y después de los misiles y las declaraciones oficiales leídas cuidadosamente por Trump, se dio un suspiro colectivo (diría que mundial) de alivio.

“La guerra volverá en una forma aún peor que la que hemos encontrado antes”, señala Harari en referencia a todas las guerras que la humanidad ha librado desde que se tiene conocimiento.

Aquí en Panamá todos sabemos que en un conflicto mundial es altamente probable que seamos un objetivo estratégico en una pelea sobre intereses que no nos incumbe.

Es hora de ponernos los pantalones largos y dejar muy claro a nivel internacional, que la neutralidad de estas tierras panameñas, y cualquiera que sea su gobierno en un momento determinado, es real.

No tomaremos parte ni nos dejaremos chantajear en ese sentido. Hagamos lo necesario para que nuestro futuro no sea definido por los tontos ni por la estupidez humana.

Comunicador
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