• 22/02/2020 04:00

Reflexiones sobre Montaigne y Aristóteles

El ensayo, de los géneros literarios, es la reflexión científica en torno a un tema específico; requiere de estudio e investigación y sobre todo del uso del pensamiento crítico y la dialéctica.

El ensayo, de los géneros literarios, es la reflexión científica en torno a un tema específico; requiere de estudio e investigación y sobre todo del uso del pensamiento crítico y la dialéctica. La temática comprende el acontecer cultural de la humanidad. Los escritores con el dominio de los géneros literarios lo incluyen en sus novelas, como lo hace Cervantes. Miguel Otero Silva, el excelente intelectual venezolano, en la novela Lope de Aguirre, el príncipe de la libertad armoniza el texto con la narración, el teatro, los poemas  y el ensayo.

Jorge Luis Borges, Unamuno, Octavio Paz, Umberto Eco, Carlos Fuentes, Milan Kundera, Henry Miller, Ernesto Sábato, Francisco Herrera Luque son ensayistas magistrales. Gloria Guardia, Reina Torres de Araúz, Jorge Conte Porras, Alfredo Figueroa Navarro, Celestino Araúz, Samuel Gutiérrez, Ricaurte Soler, Diógenes de la Rosa, Patricia Pizzurno, Ana Elena Porras, Omar Jaén Suárez, Alfredo Castillero Calvo, Carlos Cuestas, Oscar Vargas Velarde, Carlos Iván Zúñiga, Diógenes Cedeño Cenci, Baltazar Isaza Calderón y muchos otros son excelentes ensayistas en Panamá.

Hoy asedio a los clásicos, a Montaigne y Aristóteles. El francés hace de la soledad el tema de las disquisiciones filosóficas. El filósofo galo dialoga consigo mismo sobre los valores individuales en la interacción con la vida social. La autoindagación de Montaigne, es el cuestionamiento al estilo de Sócrates con fundamento en la máxima: Conócete a ti mismo. Buda confronta la soledad, a través del proceso de la iluminación en la catarsis que limpia el alma de impurezas.

Michel de Montaigne ironiza al individuo, el cual saca provecho privado de lo público. Los políticos y empresarios corruptos de Panamá son el ejemplo. El ser humano oscila entre la ambición, la avaricia, el miedo, la duda, el orgullo, la lujuria, la ira, el lujo, son las pasiones que controlan la conducta social e individual e inciden en los valores éticos que te permiten ser uno mismo.

La soledad es asediada por Virginia Woolf: ¡Cuán extraño es navegar entre multitudes! Aquí estoy arrancándome una de mis pieles vitales!

José Dolores Moscote lo manifiesta así: Un hombre honrado puede pasar por un pantano sin mancharse.

Neco Endara lo piensa al estilo de Jorge Luis Borges: Yo soy muchos. El Quijote, es dramático: Yo sé quién soy.

Santa Teresa de Jesús lo poetiza “esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida. Solo esperar la salida, me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero”.

Michel considera que los seres humanos tenemos un alma capaz de volverse sobre sí misma y alcanzar la virtud sin reglas, palabras ni obras. Lo esencial es volver hacia nosotros mismos, hacia nuestro bienestar, pensamientos e intenciones. La fuerza interior es saber pertenecernos a nosotros mismos, actuar sin el poder de otros. La alegría y la salud son los bienes más preciados y se logran con un reposo espiritual, que hace el alma fuerte y vigorosa. Ser es hacerse, con una praxis decorosa.

Montaigne afirma: dejemos todo empeño por la fama y la gloria, vales por ti mismo, por tu riqueza interior. Los verdaderos bienes se gozan a medida que se entienden. Los niveles de comprensión determinan los niveles de acción. La vida es una parodia entre el Ser y el Tener. El juegavivo panameño es el antípoda de la virtud ciudadana.

La soledad para Montaigne es el sendero hacia el encuentro del ser existencial, el ontológico. El viaje hacia el interior lo hacemos con los grilletes emocionales, culturales y sociales que nos aprisionan y de los cuales debemos liberarnos al superar las emociones que nos oprimen el alma.

Al depender de nosotros mismos, nos desprendemos de todas las ataduras que nos ligan a los demás.

Recomiendo la lectura Una mente vagabunda de Ernesto Endara, Premio Ensayo en el Concurso Ricardo Miró del 2011. Se inspira en los ensayos de Michel de Montaigne.

Aristóteles reflexiona sobre la ética, el alma, las virtudes, las pasiones, busca el término medio para ser feliz. Aprecia que la ética es el equilibrio ante los vicios. Las virtudes son éticas y morales, la sabiduría y la prudencia, nacen del intelecto. Las virtudes morales son perfecciones del alma, dependen de la voluntad y el ethos que significa carácter, una manera de ser. La virtud es el término medio frente a las pasiones, oscila entre los excesos y la prudencia. La virtud se relaciona con las pasiones, y ellas son la ira, el miedo, el odio, la envidia, es todo lo que produce dolor y placer.

Las virtudes se generan en la parte racional del alma, ve con la prudencia, la sagacidad, la sabiduría, la memoria. La virtud moral se destruye sobre todo cuando somos irascibles. Lo correcto es estar en el término medio, no encolerizarse ni ser insensible. La virtud es la práctica de la prudencia. La templanza es el término medio entre el desenfreno y la insensibilidad. El ejemplo es Sancho, siempre aplica el sentido común, el justo medio.

Aristóteles insiste: Los bienes que residen en el alma son la prudencia, la virtud y el placer. Ser feliz es vivir de acuerdo a las virtudes. La felicidad es el bien supremo. El hombre feliz se valora en la praxis integral. Vivimos gracias al alma, allí radica la virtud. El alma la alimentamos con la nutricia, es la fuerza interior que la enriquece. Los valores éticos y morales nutren el alma. Aristóteles es el compendio de Platón y Sócrates.

Los políticos panameños y los empresarios piratas son los artífices de la sociedad amoral que nos identifica. El juegavivo es la norma de la corrupción que aniquila el bien común. El Poder Judicial y el Legislativo, la policía son entes delictivos, el Ejecutivo los manipula.

Los políticos analfabetas ignoran a Montaigne y Aristóteles por eso la retórica que usan es vacía, son un fraude.

Panamá urge de estadistas.

Docente, historiador y escritor.
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