• 05/03/2020 04:00

Se necesita liderazgo y transparencia para enfrentar el coronavirus

“[...] el presidente tiene que salir al frente de un plan nacional y convocar conferencias de prensa diarias para informar sobre la situación y qué acciones deben tomar los funcionarios y la población. Se necesita liderazgo y transparencia”

Los científicos y epidemiólogos dicen que la epidemia del coronavirus es menos dañina que la gripe y la influenza. Estas últimas causan un promedio de 1.5 millones muertes por año solo en EE. UU. Todo indica que tienen razón. El problema es que se desconoce el comportamiento del coronavirus y no se cuenta aún con vacunas para contrarrestarla.

América Latina, con la excepción de un par de países, se ha salvado por el momento del virus que ha hecho estragos en el oriente asiático, en algunos países europeos y comenzó a afectar a EE. UU. Este último país ha servido, en parte, de barrera. En el caso de Panamá, el Gobierno, que cuenta con los medios para enfrentar la amenaza, todavía no ha hecho público un plan. Esto se puede deber a lentitud, desgreño administrativo o a alguna estrategia que no se ha dado a conocer.

El peligro y el plan para disiparlo tiene cinco costados, como un pentágono. Podemos comenzar por destacar la vulnerabilidad humana ante el virus que ataca el sistema respiratorio, especialmente a las personas de edad. El segundo, son los estragos económicos que deja por su paso en varios continentes. El tercero, es el social, producto de las medidas extremas de aislamiento que se toman para frenar la propagación del virus. El cuarto es el político, al desnudar la incompetencia de funcionarios que no le dan prioridad a la movilización de recursos para atacar la epidemia. Por último, y quizás el más importante, es el factor humano. La incertidumbre y la falta de información crean temores (a veces infundados) que generan estados de pánico.

Panamá tiene un sistema de salud que se ha desmoronado en las últimas décadas. Ante la amenaza, es poco lo que se ha hecho para condicionar los centros de salud y habilitar otros edificios para atender cualquier emergencia. Es urgente que se prepare al personal médico, paramédico y de otros sectores para que intervengan de manera rápida y eficaz, si surge la necesidad.

En el plano económico, Panamá está abierta al mundo y no puede evitar un posible contagio exógeno. Especialmente, si consideramos el tránsito de 40 barcos diarios por el Canal de Panamá y miles de pasajeros que pasan por el terminal aéreo de Tocumen. Cada barco y cada pasajero tiene que ser objeto de un tratamiento. En EE. UU. —nuestro principal socio en materia de turismo—, las autoridades están recomendando a su gente que se quede en casa para enfrentar la epidemia. Los efectos sobre la industria del turismo afectarán seriamente la economía panameña.

China, Italia y EE. UU. han tomado medidas para restringir la libertad de movimiento de su población. Si Panamá sigue esos ejemplos, ¿estamos preparados para una operación social de esa magnitud teniendo en cuenta que no existe un precedente?

Políticamente, el aparato burocrático del Gobierno, desde las alturas del Palacio hasta la última junta comunal del país, tiene que responder con responsabilidad y sin pensar en “¿qué hay pa' mí?”. Se están comprando pocos equipos e implementos, según la ministra de Educación. El Gobierno tiene que tener un plan nacional e integral para enfrentar el reto. La Policía Nacional debe jugar un papel crucial, si entiende que su papel es proteger a la población. El presidente de la República tiene que asumir un papel de liderazgo. En medio de los anuncios de la crisis que se avecina parece que se fue de viaje.

El problema más importante que todos debemos contribuir a resolver es la necesidad de que los panameños estemos bien informados. En ese sentido estamos mal. Tanto el presidente, la Asamblea Nacional y los alcaldes (especialmente el del distrito capital) están atendiendo otros asuntos que para ellos son más importantes. La desinformación circula por las redes virtuales sin control. Al iniciarse el año escolar hay que incorporar a los estudiantes a las tareas de salud pública.

Cada plantel tiene que convertirse en un centro donde se proyecte la solidaridad de los educandos para con la comunidad y los esfuerzos que hace el país para poner bajo control el coronavirus. Los niños tampoco deben convertir la enfermedad en un juego para discriminar a sus compañeros.

Obviamente, el presidente tiene que salir al frente de un plan nacional y convocar conferencias de prensa diarias para informar sobre la situación y qué acciones deben tomar los funcionarios y la población. Se necesita liderazgo y transparencia.

Profesor de Sociología de la UP e investigador asociado del CELA.
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