• 07/06/2020 00:00

Hagamos de Panamá un país próspero y moderno

Hasta ahora, y esperando que se atenúe más adelante, el impacto real de este coronavirus parece relativamente menos importante que el causado por muchas otras tragedias o enfermedades más ocultas, comunes o alejadas de las mayorías bien pensantes como el hambre, los conflictos bélicos, el cáncer o los accidentes cardio y cerebrovasculares (primera causa mundial de decesos) que no son transmisibles por contagio.

Hasta ahora, y esperando que se atenúe más adelante, el impacto real de este coronavirus parece relativamente menos importante que el causado por muchas otras tragedias o enfermedades más ocultas, comunes o alejadas de las mayorías bien pensantes como el hambre, los conflictos bélicos, el cáncer o los accidentes cardio y cerebrovasculares (primera causa mundial de decesos) que no son transmisibles por contagio. No obstante, 18 mil niños y niñas mueren de hambre cada día, más de 6.5 millones por año.

¿Como evitar que el paro generalizado de las principales actividades económicas del país no degenere en una catástrofe irreparable, un caos social con consecuencias irreversibles? Seguro algún político pensará en grandes obras de construcción como más líneas de metro, puentes y autopistas para inducir la reactivación económica deseada. Estas obras tienen el defecto de incrementar la deuda del país, de por si hoy día extremadamente alta.

Analicemos: ¿Qué hizo el coronavirus que nunca se había podido lograr antes? Pues bien, obligó la gente a cambiar sus costumbres, a pensar de manera diferente, a adoptar nuevos hábitos de higiene, trabajo y socialización. Cuando hay que elegir entre cambiar o arriesgar su vida y la de los suyos, el cambio es la única opción. En breve, hemos tenido que reinventarnos. ¿Por qué entonces no inspirarnos de ese hito y salir del marco clásico de las cosas, inventando una manera de ampliar horizontes “out of the box” aprovechando riquezas donde ellas existen, aún sin haber sido explotadas?

Cambiar la forma de administrar el país, racionalizar la gestión, erradicar la corrupción, disminuir la abultada planilla gubernamental entre otras cosas…esas soluciones siempre han estado contempladas, pero nunca materializadas. Pero hay una medida, una sola, que se podría implementar reactivando una sola ley que ya existe y que le daría al país un impulso extraordinario ayudando a la vez el sector bancario y toda la economía, agilizando flujos y proyectos de negocio alrededor del territorio nacional.

Un artículo que leí en Europa hace unos años atrás y me dejó atónito, decía que todos los países latinoamericanos incluyendo a México, tenían un PIB apenas igual al de Benelux el cual reúne los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. Estos 3 países, juntos, suman una superficie de 74,818 km2 versus los 75,420 km2 del territorio panameño. Estos 3 países, juntos, suman aprox. 30 millones de habitantes vs los 650 millones de América Latina. ¿Cómo era posible? Inmediatamente pensé en la forma de medir. ¿Como se calcula un PIB? El PIB es el consumo familiar + la inversión empresarial + el gasto publico + el excedente de las exportaciones sobre las importaciones, expresándolo en la manera más sencilla. Para llegar a semejante relación entre Benelux y Latinoamérica, hay que considerar dos factores muy distintos: el desarrollo económico de cada país por un lado y por el otro, la unidad de medición. De una vez pensé en Holanda y el valor de sus bienes y raíces en un país tan chiquito y urbanizado donde, por necesidad, tuvieron que ganarle tierra al mar. Pensé en la cantidad de ciudades importantes y la concentración financiera en cada uno de estos pequeños y poderosos países europeos donde el consumo familiar es proporcional a los ingresos percibidos. Pero también se me ocurrió otro factor: en nuestros países no le damos valor a la tierra. No porque estemos menos urbanizados, sino porque elegimos deliberadamente no darle ordenamiento. Un pedazo de nuestra costa atlántica no es ni menos atractivo ni menos gratificante que un pedazo de costa mediterránea. Obviamente no se puede comparar María Chiquita con Monte Carlo, pero la desproporción viene también por olvido. El olvido en que los políticos han sumido zonas tan potencialmente importantes como por ejemplo la provincia de Colón.

Así lo escribió Friedrich Hayek: “Fue… en las ciudades del Renacimiento Italiano, del Sur de Alemania y.…finalmente en una Inglaterra ligeramente regida donde las reglas de la burguesía, más que la de los guerreros, hizo crecer el industrialismo moderno. La protección de la propiedad en todos sus aspectos - no la dirección de su usufructo por el gobierno - fue la base para el desarrollo de una densa red de intercambio de servicios que dio su forma al (moderno) orden mundial”.

Un dato fundamental, un punto de partida objetivo que ya hace la unanimidad entre todos los países no comunistas del planeta es la importancia, en un país moderno, de tener derechos de propiedad bien definidos y protegidos. Eso, definitivamente, es lo que hace la diferencia entre una nación pobre y una nación rica. Panamá tiene que elegir entre el ejemplo argentino, donde la propiedad ha sido vulnerada en sus principios básicos, y el modelo de Singapur cuyo éxito se ha producido bajo gobiernos enfocados constantemente en la protección de la propiedad y del título vinculado a ella para su uso comercial individual (cf https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%8Dndice_internacional_de_derechos_de_propiedad).

Conclusión: hagamos cumplir la ley de titulación masiva que ya existe, sin transformarla en un negocio burocrático miope y de corto plazo el cual consistiría en vender títulos de propiedad a precios irracionales a los mismos usurpadores de siempre. Titulemos los tenedores legítimos de derechos posesorios que existen y potenciemos de esta forma el PIB de Panamá, corrigiendo desigualdades geográficas aberrantes (Colón vs Panamá) y desarrollando el valor de la tierra en todo el país y por ende el intercambio a nivel nacional, los préstamos bancarios y el crecimiento económico propulsando a este fabuloso país tan extraordinariamente ubicado fuera del alcance de un tercermundismo medieval y sin futuro.

El autor es empresario
Lo Nuevo
comments powered by Disqus