• 18/06/2020 00:00

¿Salud o economía?

|El proceso electoral de 1992 en los EE. UU. fue muy interesante, el presidente en funciones y candidato puntero perdió frente al gobernador desconocido de un estado pequeño.

|El proceso electoral de 1992 en los EE. UU. fue muy interesante, el presidente en funciones y candidato puntero perdió frente al gobernador desconocido de un estado pequeño. Se atribuye el triunfo de Bill Clinton a que su estratega de campaña logró enfocarlo en lo que consideraba el tema principal del día a día de los ciudadanos: la economía.

Es anecdótico que James Carville colocaba carteles para recordar a Clinton lo que debía ser el centro de su mensaje: “the economy, stupid!”.

La paralización del motor económico como consecuencia de la cuarentena -inevitable método para contener la propagación de la enfermedad-, con el pasar de las semanas, ha generado un debate sobre qué debe atenderse con prioridad, si la salud o la economía.

El supuesto debate, no exclusivo de Panamá, es intrínsecamente pernicioso por varias razones. En primer lugar, no existe tal dicotomía, que obligue a escoger lo uno o lo otro, porque ambas son partes de un todo. También, hay que tomar en cuenta que el reto tiene una dinámica cambiante, por lo tanto, requiere ajustes en el proceso de enfrentarlo, por momentos requerirá mayor enfoque en uno, luego en el otro, sin descuidar el primero.

Un país que ha vivido diez años de polarización política tribal, inmerso en un entorno internacional polarizante, a lo que menos debe estar sometido es a más división como resultado de una escogencia imposible.

Mas bien, Panamá necesita disminuir la tensión social, urge unidad, construir consensos, promover visiones comunes y anteponer lo colectivo a lo individual.

Busquemos romper la configuración mental a la que hemos estado sometidos por más de tres meses, para ello es necesaria la flexibilidad de las autoridades, de los empresarios, de los trabajadores, de todos y a la vez. Podemos estar en cuarentena física, no por ello en cuarentena mental.

El país está en deuda con grandes temas estructurales, qué mejor momento para abordarlos que este, eso requiere una atención especial e importante. Al mismo tiempo, tenemos problemas coyunturales urgentes, que demandan plan y acción.

Sobre cómo afrontar la enfermedad y sus riesgos, pensando siempre en la salud física y mental. Se ha dicho mucho que tenemos profesionales y técnicos de primer nivel, si es el momento de hacer ajustes, hay que hacerlos. Allí cabe la cita de Franklin D. Roosevelt: “Es de sentido común escoger un método y probarlo. Si falla, admitirlo francamente y probar otro”.

Del otro lado, está la reactivación, el crecimiento, el empleo y atender a los más vulnerables. Precisión y velocidad. La preocupación por las cifras macroeconómicas es válida y entra en el análisis, pero simultáneamente cada sector necesita atención particularizada. Los sectores productivos y con mayor potencial de crecimiento serán determinantes, identificarlos y respaldarlos puede ser promesa de éxito.

Se escuchan ideas novedosas en otros países, que en Panamá -por sus características- pueden ser viables con mayor facilidad. Implementación de hipotecas inversas; créditos a fondo perdido para pago de planillas de pequeñas y medianas empresas que mantengan el 80 % de los colaboradores que tenían al inicio del estado de emergencia; promoción agresiva de inversión en el sector agropecuario; la suspensión del pago de ITBMS para días específicos y así incentivar la demanda, con beneficios para el consumidor; flexibilización ingeniosa de las relaciones laborales para salvar empleos; en fin, hay que poner a producir la industria de las ideas.

Sectores como la construcción y el turismo, que tendrán un impacto extendido, implican repensarse para que sigan siendo centrales en el crecimiento del país.

Los países que salieron fortalecidos de la crisis de 2008, tuvieron en común una apuesta radical por la innovación y la tecnología. Todos somos testigos de los enormes avances que hemos tenido en noventa días, tanto en el sector público como en el privado, ese ímpetu no se puede perder y a su vez hay que institucionalizarlo.

Termino donde comencé, una parte menos conocida de la anécdota es que el cartel para llamar la atención de Bill Clinton, junto a la archiconocida frase “¡la economía, estúpido!” tenía otra que decía: “Don't forget health care” (“No olvidar el sistema de salud”).

Abogado y presidente del Grupo Editorial El Siglo - La Estrella de Panamá, GESE.
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