• 03/07/2020 00:00

Las tres veces que vi al presidente Remón

En mi largo “quédate en casa”, que ya lleva cuatro meses, veo, como si fuera una cinta cinematográfica, algunos episodios de mi larga vida.

En mi largo “quédate en casa”, que ya lleva cuatro meses, veo, como si fuera una cinta cinematográfica, algunos episodios de mi larga vida. Uno de ellos fue mis encuentros con el presidente José Antonio Remón.

Mi tío, Ernesto de la Guardia Jr., era un gran hípico. Tenía varios caballos de carrera y con frecuencia nos llevaba, a su hijo, mi primo Ernesto III, y a mí, a ver sus caballos en el establo y algunas veces a verlos correr.

Un buen día, mi primo Ernesto III y yo, nos encontramos en el viejo Hipódromo Juan Franco, con el presidente de la República, José A. Remón. Yo no lo conocía y mi primo Ernesto III me lo presentó. Él, muy amablemente, nos invitó a que viéramos el resto de las carreras en su palco. Nosotros, dos jóvenes, nos sentimos, por su puesto, muy orgullosos de que un presidente nos invitara a estar con él presenciando las carreras.

En su palco, había tres o cuatro amigos muy íntimos de él. En forma muy sencilla hablamos por largo rato, aún después de terminada la última carrera. El presidente nos contaba, en la amena conversación, muchos detalles de su entrevista con el presidente D. Eisenhower. Nos dijo que al principio habían sido muy difíciles las conversaciones, a tal punto que él se negó a hacer un brindis con el presidente Eisenhower antes de firmar un nuevo tratado sobre el canal, que él había ido a Washington en su búsqueda. Se abrieron así las nuevas negociaciones sobre el tratado del canal. Después de firmado este, hicieron el brindis de champaña por las buenas relaciones entre los dos países. También nos contó que había sentido una gran satisfacción cuando sus dos grandes adversarios políticos, el Dr. Harmodio Arias y Ricardo J. Alfaro, le habían dado muchos consejos en las negociaciones que llevó a cabo.

La segunda vez que lo vi fue en la Presidencia de la República. Fui con Ariel Castro, reportero de El País, del cual yo era jefe de Redacción. Era un periódico muy oposicionista. Al entrar al salón, donde el presidente Remón tenía sus conferencias semanales de prensa, antes de que esta comenzara se dirigió al periodista Castro y le dijo: “Usted ayer protestó con un grupo de estudiantes porque yo fui a la Universidad Nacional. No obstante, yo hoy lo recibo aquí dispuesto a dar respuesta a cualquier pregunta que usted quiera hacerme”.

El presidente Remón tenía también, con sus ministros, reuniones semanales en el Salón Amarillo. Allí recibía a todo el ciudadano que deseaba presentar alguna queja o problema y trataba de darle solución a las mismas.

La tercera ocasión fue muy triste. Fue el 2 de enero, el día que fue asesinado. Yo bajaba las escaleras del hipódromo para buscar mi automóvil cuando él subía. En las escaleras nos encontramos y le deseé muy feliz año y él me invitó a que presenciara las carreras en su palco, pero yo le di las gracias y le manifesté que mi esposa me estaba esperando. Esa tarde fui con mi esposa Itza al Teatro Lux y al salir nos enteramos de que habían asesinado al presidente Remón en el hipódromo. A pesar de que el Diario El País, que era propiedad de mi padre, fue un gran oposicionista del Gobierno. Personalmente yo consideré siempre que fue un buen presidente. La familia Remón Cantera se distinguió, así como sus contemporáneos que murieron muy jóvenes. Casi nadie, por consiguiente, se ha preocupado en destacar las obras que hizo durante su gestión de mandatario.

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No me he podido, en este artículo, referir a las palabras del presidente Cortizo con motivo de su primer año en el Gobierno, por haber escrito estas líneas previo al primero de julio. Desconozco así cuál será su política el próximo año y no puedo, en esta ocasión, con argumentos, hacer los comentarios a la misma.

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